¿Volvemos a ser jóvenes?
DEATH MAGNETIC (METALLICA)
[Warner Bros. Records / Septiembre 2008]Con el imparable paso del tiempo, las personas pierden hasta lo que parece más arraigado en nuestro interior, lo más sagrado, pierden su forma de ser, su propia identidad. Vemos, impotentes, como con el paso de los meses, de los años, nuestra personalidad se modula o cambia, mudan nuestras impresiones y nuestras reacciones ante los acontecimientos externos o internos que nos afectan.
Death Magnetic es el claro ejemplo de unos Metallica que se dieron cuenta (no sin tiempo, a boca de algunos) de que su propia identidad había sido extraviada cual fuente de la eterna juventud por Ponce de León, tras varios devaneos con el metal alternativo y, sobre todo, tras aquel, sin duda, valiente pero altamente discutido St. Anger. El álbum que tenemos entre manos, por otro lado, nos lo vendieron en su momento como un regreso a los orígenes, como una continuación perdida entre …and Justice for All y el Black Album, como si hubiésemos retrocedido 20 años de golpe.
Pero con lo que nos encontramos es, ante todo, y primeramente, con una amplia variedad en el espectro estilístico, un tema épico como es The day that never comes, que fue muy acertadamente escogido como primer single, una balada más tranquila, con su típico sello Metallica (The Unforgiven III) y canciones más cañeras, como The Judas Kiss, o la absolutamente genial All Nightmare Long, la cual es, muy probablemente, lo mejor que nos han brindado Metallica desde que un servidor terminó el preescolar y con la que nos brindaron un genial videoclip apocalíptico y repleto de zombies y comunistas (no es un chiste). En contrapartida, That was just your life, pese al latido de corazón que incluye, como clara referencia a su “resurrección musical”, o incluso Cyanide (un claro caso de “quiero y no puedo”) son ese tipo de temas que los numerosos detractores del grupo podrían usar (y usan) en su favor para defenestrarlos, figuradamente hablando, pues parecen hechos más bien para rellenar que como un verdadero ejercicio creativo.
El, por aquel entonces, nuevo integrante del grupo, Robert Trujillo, por su parte, demostró que, además de ser un grandísimo bajista (recordemos sus destacables trabajos con Suicidal Tendencies), aportó la calma que necesitaba un conjunto en continua tempestad. Jason Newsted era un músico intachable, pero, querer ser el tercer gobernante en discordia, cuando tanto el señor James Hetfield como Lars Ulrich ya tienen suficiente en su particular guerra de el uno contra el otro, era demasiado para la salud mental del grupo. Y por eso la inclusión del de Santa Mónica, CA, terminó por tener un efecto tranquilizador y casi terapéutico, lo cual se terminó por ver reflejado en las composiciones y, sobre todo, en las actuaciones en directo.
No obstante, y como ligera conclusión, una persona de 45 años, por mucho que se lo proponga, no podrá jamás volver a ser como era 20 primaveras antes, no puede retomar por arte de magia los mismos pensamientos o ilusiones, y una banda, por mucho que se llame Metallica, va a tener siempre el mismo impedimento. Si me permitís, me limitaré a decir un “olé vuestros huevos”, como en su día hice con el infravalorado St. Anger, pero, sin engañarnos, si este disco lo hubiesen publicado en 1990 (como parece que tanto pretenden hacernos pensar ellos mismos) habría resultado muy perjudicado en la comparación con el resto de sus obras hasta ese momento. Nadie duda de la maestría de Rick Rubin como productor (él ayudó a llegar a la gran fama a Red Hot Chili Peppers, nos brindó a la mejor Adéle y consiguió que Neil Diamond se sincerase como nunca antes) ni de la de Hetfield y compañía como músicos pero, pese a que el nivel medio del disco es aceptable, sobre todo en relación lo que nos había acostumbrado la banda últimamente, volvemos a encontrarnos con el ejemplo de un gigante, un verdadero Hiperión, que, pese al esfuerzo de recuperar su mismo ser, su antigua grandeza… no logra estar a la altura de su propia e inalcanzable leyenda.
[Puntuación: 65/100]