Paul Pierce, el angelino de corazón Celtic
Se hace difícil imaginar que ser drafteado por la mejor franquicia de la historia del baloncesto sea un trago difícil. Mucho más cuando David Stern pronuncia tu nombre en una muy buena décima posición. A pesar de todo ello Paul Anthony Pierce no podía creerse que el equipo que con el que iba a debutar en la NBA iban a ser ni más ni menos que los Boston Celtics.
Una vez más la magia de las elecciones de jugadores jóvenes de la mejor liga de baloncesto del mundo jugaba con el destino de un joven jugador. Lo que hace tan especial este caso es el origen de Pierce, nacido en Oakland (California), más exactamente en Inglewood.
Como buen angelino desde pequeño fue un gran fan de Los Ángeles Lakers, rival histórico del equipo que obtuvo sus derechos en la noche del draft de 1998. ¿Cómo no iba a sentirse contrariado sabiendo que tenía que jugar con un equipo que odiaba? Es más, antes de ser elegido rezaba porque cualquier otra escuadra apostará por él, pero su destino estaba ligado al trébol aunque él aún no pudiera ni imaginárselo hasta aquella noche. Si se lo hubieran dicho cuando era joven, seguro que no se creería que su nombre resonaría en el TD Garden (Estadio de los Celtics de Boston) casi tan fuerte como el de otras leyendas como Russell, Havlicek, Bird, McHale o Cousy. Su debut con la franquicia de Massachusetts prometía ser una noche de emociones fuertes… y vaya que si lo fue.
En su primer partido como profesional el 34 de los verdes demostró que su paso por la liga no iba a ser como mera comparsa y que desde aquel momento enseñó al mundo que iba a ser alguien importante. Sus números en aquel encuentro hablan por sí solos: 19 puntos, 9 rebotes, 5 robos y 4 tapones, unos números más que buenos para cualquier debutante en la mejor liga del mundo.
Tan sólo dos años después una fatídica noche estuvo a punto de cambiar para siempre la carrera y la vida de Pierce. El jugador se vio envuelto en una pelea en una discoteca en la que recibió once puñaladas y un botellazo en la cabeza. Las consecuencias fueron más que graves, tuvo que ser operado de urgencia y los médicos esperaban una larga recuperación que podía poner en peligro la temporada o al menos gran parte de ella. Pero de una forma inexplicable para el común de mortales Pierce salía del hospital 5 días después para volver al parqué solo diez días después del incidente. No conforme con volver y no perderse ni un partido de toda la temporada, sus números durante esa temporada ascendieron hasta 25 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias por partido. Para recordar este oscuro incidente el de Oakland se tatuó un ángel en la espalda, un dibujo que recorre desde su hombro a su cadera. Este tatuaje es la marca del atleta que logró escapar a la muerte y proseguir con su brillante carrera. Acompañando a este tatuaje el alero tiene escritas las palabras “Chosen One”.
Si nos detenemos a analizar la forma de jugar del 34 del equipo de Boston, destacaba en sus comienzos por ser un alero anotador, con buena capacidad de para el rebote y una buena mano para lanzar desde cualquier lugar de la zona, incluyendo una buena muy buena mano para el lanzamiento de tres, donde prueba de ellos es su título como campeón del concurso de triples del All-Star del año 2010. Sin olvidar sus buenas habilidades en defensa, no se puede negar que sus mejores cualidades son sin duda en ataque. Una de las especialidades de Paul ha sido su capacidad para anotar canastas en momentos claves, en el llamado “clutch time” Pierce se vuelve uno de los jugadores más decisivos de la NBA cuando el reloj aprieta, en el momento en el que se forjan las grandes leyendas. Tanto es así que el segundo mote más utilizado para referirse a él es “The Green Clutch”.
Durante su dilatada carrera ha ido perdiendo la explosividad que le caracterizaba en su juventud, pero ha ido ganando peso en otros aspectos del juego. Su capacidad para asistir y distribuir juego ha ido aumentado con el paso de los años, como se puede comprobar en sus medias de asistencias por temporada que aumentaron muy notablemente desde sus inicios hasta el momento actual.
Su mote más extendido es “The Truth” (La verdad). Estas palabras corresponden al apodo que Shaquille O´Neal le puso tras un gran partido del alero céltico, en el que firmó 42 puntos en la derrota de su equipo frente a Los Angeles Lakers el 13 de marzo de 2001.
La trayectoria de los Celtics mientras él estuvo como único líder del equipo se reduce a unas primeras temporadas poco brillantes, unas pocas participaciones en play-offs y la final de conferencia en la que fueron derrotados por 4-2 frente a los Nets. En estos primeros años a pesar de contar con buenos compañeros como Antoine Walker los Celtics nunca fueron verdaderos “contenders” (aspirantes al anillo). “Silverado Pierce” (mote con el que el gran Andrés Montes solía llamar al 34) era la estrella indiscutible del equipo pero no podía llevar el solo a su escuadra a la victoria.
La travesía por el desierto céltico se alargaba demasiado, como era posible un equipo capaz de levantar las mayores dinastías de la historia no era capaz ni tan siquiera de llegar al asalto final de la pelea por el título. Llegaba el momento de cambiar el rumbo de la franquicia y debía hacerse rápido. En el año 2007 Danny Ainge (General Manager de los verdes) decide hacer un lavado de cara completo al equipo, envía a prácticamente todos sus activos. Hasta 10 jugadores dejaron el estado de Massachusetts para recibir a cambio a dos superestrellas. Kevin Garnett ( MVP de la temporada 2004) y Ray Allen se unían a Pierce para formar el nuevo “Big Three” que debía reverdecer los laureles del pasado.
Y vaya que si reverdecieron, los Boston Celtics del año 2007-2008 fueron una apisonadora que no dejó que nada se interpusiera en su camino hacia el anillo. Tras una brillante temporada consiguieron un registro de 66 victorias y 16 derrotas, que les valió para acabar primeros en temporada regular. En play-offs solo los Cavaliers de LeBron James fueron capaces de forzar el séptimo partido contra ellos. Tras superar a Detroit en la final de conferencia Este. Tras seis intensos partidos contra Los Angeles Lakers los de Boston lograban acabar con 22 años de sequia y lograr el campeonato número 17 de su historia.
Pierce fue nombrado MVP de las finales y lograba el sueño de todo jugador de la NBA al conseguir su primer anillo. No con el equipo que se imaginaba cuando era joven, pero si con el que ha jugado todos sus partidos en la mejor liga de baloncesto del mundo, el destino quiso que fuera un seguidor de los Lakers el que condujera a su gran enemigo al anillo.
Tras esta gran victoria los célticos alcanzaron otras dos finales pero fueron derrotados en ambas por los Lakers, Pierce mantuvo sus buenos números y su gran contribución al equipo pero en el momento actual parece difícil que pueda conseguir aumentar su palmarés con otro título.
Con varios años de carrera aun por delante Pierce ya es historia viva en el estado de Massachusetts. Actualmente es el segundo jugador que más puntos ha anotado para la franquicia del trébol, el tercer jugador con más partidos disputados con la elástica del conjunto de Boston además de ser durante varios años el capitán del equipo más laureado de la historia del baloncesto. Es seguro que su camiseta con el número 34 terminará colgada del techo del pabellón donde cumplió sus sueños de la forma más inesperada posible.
No será recordado como el mejor, pero tampoco como uno más. Paul Pierce se ha ganado con derecho un hueco en corazón los aficionados de los Boston Celtics y de los seguidores del baloncesto en general. Su carácter, su garra, su sangre fría en los momentos claves o sus 10 participaciones All-Stars le han servido para formar parte del club de los mejores jugadores de su época. Pero por encima de todo ello su increíble historia de superación hacen de él un gran campeón. Hasta sus grandes rivales tuvieron que admitir que “You can´t Handle the Thruth”.