Pádel y squash, ¿deportes de riesgo?

“Siempre andaba pendiente de no lesionarme, de que no se me subiera el gemelo, de no sufrir un esguince en esa muñeca que de vez en cuando me da sustos…Lo que nunca me había planteado era la posibilidad de llegar a perder un ojo jugando al pádel.”

Estas palabras fueron pronunciadas por mi padre el día antes de entrar en quirófano. Desprendimiento de retina. ¿La causa? El impacto de una pelota de pádel en su ojo mientras estaba jugando un partidillo con sus amigos, nada nuevo, lo de todos los sábados. Pero las malas noticias colisionaron contra sus hábitos igual que la pelota contra su retina. Nunca lo hubiese imaginado, pero ahí estaba. Al enterarme de la noticia incluso bromee ante la torpeza de mi padre, pensando en que estas cosas sólo le pasan a él, que menuda mala suerte. Pero me equivocaba en rotundo. Las lesiones oculares debidas a deportes como el pádel o el squash son, a día de hoy, los primeros motivos de cirugía oftalmológica.

Sin duda, el pádel se ha convertido en el deporte de moda, no sólo para los que pertenecen a la quinta de los cincuenta, sino para un amplio rango de demandantes de cualquier edad con ganas de practicar un deporte técnicamente sencillo a la par que divertido y activo.

Pero no se engañen, este pack de emociones tan sumamente tentador ofrecido por juegos como el pádel o el squash lleva implícito un riesgo casi invisible del cual los jugadores, por lo menos en España, ni siquiera oyen hablar. Y es que, a diferencia del tenis, estos deportes más dinámicos se juegan con una pelota que tiene unas dimensiones perfectamente adaptables a las del globo ocular. Si a ello le sumamos las altas velocidades que dichos “balines” alcanzan en pleno juego…todos podremos deducir el fatal resultado del impacto.
Existen diferentes daños que pueden ser producidos por un pelotazo de pádel en el ojo: inflamaciones intraoculares, uveítis (que se trata de la inflamación de la úvea, componente del ojo que aporta la mayor parte del suministro sanguíneo a la retina), dilatación pupilar crónica, o, como en este caso, desprendimiento de retina.

Así que, tras llevarme la sorpresa de que la lesión de mi padre no era una excepción, mi gran duda residía en por qué, al ser estas contusiones tan repetidas y comunes, no existía una solución eficiente. Pero sí que la hay, las gafas deportivas, así de sencillo, un accesorio al alcance de todos y en absoluto novedoso. Y aún a pesar de ser ya algo constatado el hecho de su necesidad imperiosa entre los jugadores, es una recomendación inexistente, mientras que curiosamente nos obligan a utilizar un tipo específico de zapatilla, no vaya a ser que pisemos mal. En España, los letreros que se pueden ver en las pistas de pádel y squash apelan a la utilización de determinada indumentaria deportiva, mientras que el más que útil consejo de “Se recomienda el uso de gafas” se mantiene siempre ausente.

Soy consciente de que, seguramente, a pesar de que las pistas lo advirtiesen, mucha gente haría oídos sordos ante tal advertencia, pero por algo hay que empezar. Si es obligatoria la ropa de deporte, ¿por qué no pueden llegar a serlo las gafas? Quizá algún día…Por lo de pronto, después de un mes de la operación, mi padre continúa con el postoperatorio pertinente: cabeza boca abajo prácticamente las 24 horas del día. Ya me sé de uno que en cuanto pueda comprará gafas de protección. Ojalá no todos los aficionados al pádel tengan que pasar por lo mismo para darse cuenta.