Grandes Maestros: Oscar Niemeyer (y II)

Hemos llegado al final del camino a través de la obra de Oscar Niemeyer. Tras mi particular despedida tras su repentina aunque esperada muerte, y el análisis de tres edificios representativos de su obra, en esta ocasión vamos a analizar su gran obra, su gran aportación a la historia de la Arquitectura: la ciudad de Brasilia.

Debemos ser conscientes de que la ciudad de Brasilia fue proyectada, principalmente, por tres arquitectos. El planeamiento, el urbanismo de la ciudad, fue proyectado por Lúcio Costa (uno de los grandes arquitectos y urbanistas brasileños, pionero del movimiento moderno en Brasil). Toda la parte del paisajismo y tratamiento de los espacios exteriores le correspondió a Roberto Burle Marx. Por lo tanto, Oscar Niemeyer “solo” se encargó de proyectar los edificios representativos. Y sin embargo, el carácter de Brasilia, ese algo que hace que la ciudad sea especial, lo encontramos principalmente en las formas de Niemeyer. Estamos hablando, por lo tanto, de una obra colectiva, del esfuerzo de un gran grupo de técnicos que proyectó una ciudad con unos ideales muy claros.

Primeros Bocetos de Brasilia

Primeros Bocetos de Brasilia

Brasilia no existía en el año 1950. En 1960 albergaba a 500000 personas. Es una ciudad de nueva planta, nacida de la nada, en el medio de un desierto. Para hacer el lugar habitable se construyó una presa y se desvió el cauce de un río. Se organiza en torno a dos ejes monumentales de gran dimensión, dos ejes procesionales. En ellos se pueden organizar concentraciones, pero también permiten servir como lugar de encuentro. Estos ejes, además, permiten sectorializar la ciudad, separando usos y funciones. En cuatro años se pasó de un páramo a una ciudad moderna, se hizo un esfuerzo ingenieril de magnitudes colosales. Y todo con una idea en mente: crear una ciudad en la que las clases sociales no existiesen.

Me gustaría detenerme en este punto, y reflexionar acerca de la trascendencia de esta idea. Todos somos conscientes de que en las ciudades en las que vivimos, la estratificación social es evidente. Y esa estratificación social se ve favorecida por nuestra concepción de la ciudad y de sus barrios. Lúcio Costa entendía que haciendo una ciudad igualitaria, se eliminarían estas diferencias sociales. Así, organiza la ciudad en “Supercuadras”, grandes adiciones de bloques de vivienda que contienen todas las infraestructuras y servicios necesarios para desarrollar la función de habitar dentro de ellas. Dentro de una supercuadra hay once edificios de seis plantas, con viviendas de diferentes tipos, con ultramarinos, comercio, capilla, e incluso, cines o bibliotecas. Así, en una misma supercuadra vivía un conjunto heterogéneo de personas, evitando diferencias sociales, y favoreciendo el contacto y la dilución de estas clases sociales.

Obreros en el Palacio da Alvorada

Obreros en el Palacio da Alvorada

¿Y cual es el resultado, cincuenta años después? Desgraciadamente, las clases sociales en Brasilia existen, y las supercuadras, aún cuando funcionan como entidades independientes, demostraron no tener capacidad suficiente para dar todos los servicios que se les pide. Sin embargo, la utopía que soñaron Lúcio Costa y Niemeyer se vio realizada durante los primeros años, y sobre todo, durante la construcción de la ciudad. Quizás la sociedad no estaba preparada, quizás el sistema no lo permite… Lo cierto es que Brasilia está pensada desde ideas plenamente socialistas, buscando potenciar las relaciones personales antes que las comerciales, y reflexionando acerca del interés común antes que en el de unos pocos.

Pasemos ahora a hablar de los edificios más representativos de la ciudad, proyectados todos por Niemeyer. Veremos el Palacio de Planalto junto con el Palacio da Alvorada, edificios gemelos con características muy similares, ubicados de forma simétrica con respecto al eje monumental y al archiconocido Congreso de Brasilia. Veremos además la pequeña Capilla de Nosa Señora de Fátima, un ejemplo precioso y muy comedido de arquitectura religiosa. Y por último, veremos la Catedral de Brasilia, como el ejemplo más destacado de la arquitectura de Niemeyer.

Palacio da Alvorada

Palacio da Alvorada

Empezamos con el Palacio da Alvorada (residencia del Presidente de Brasil) y el Palacio de Planalto (o Palacio de los despachos, el lugar de trabajo del Gobierno). Ambos edificios se ubican en el eje monumental de la ciudad, uno a cada lado, de forma simétrica. Por ello, ambos edificios utilizan el mismo lenguaje formal, el mismo tratamiento de fachada. Este tratamiento de fachada es el elemento más reconocible de los edificios, el elemento que le da simbolismo. Siguiendo la lógica constructiva más elemental, los pilares se ensanchan en la base (donde hay más tensiones). Y Niemeyer utiliza esta circunstancia para dibujar con el hormigón formas sinuosas y, por qué no, bellas. La escalera interior es, además, un gran ejemplo de la maestría de Niemeyer en este ámbito, siendo una de sus escaleras más logradas. Podemos ver también que ambos edificios se asientan en una lámina de agua, recurso que utilizará también en el Palacio de Itamaraty, o en la sede de la Editorial Mondadori.

Palacio da Alvorada - Bocetos y Capilla

Palacio da Alvorada – Bocetos y Capilla

En los bocetos previos al proyecto ya se ven claramente las características del edificio. De hecho, y como ocurre en la mayor parte de la obra de Niemeyer, sus bocetos son mucho más explicativos que cualquier plano posterior. En esos bocetos ya vemos la forma de los pilares, elemento fundamental de proyecto, así como la planta y la perspectiva de una pequeña capilla privada, de uso exclusivo del Presidente de Brasil. Esta capilla es un ejemplo maravilloso de simplicidad programática, de gran belleza plástica y conceptual. Es equiparable en calidad a la Capilla de Nosa Señora da Fátima, que veremos ahora.

Capilla da Nosa Señora da Fátima

Capilla da Nosa Señora da Fátima (Igrejinha)

Esta pequeña capilla es un encargo personal de la mujer de Juscelino Kubitschek, presidente de Brasil en la época. La capilla se construyó en cien días, y ya desde el primer momento adquirió un carácter monumental, que llevó a los dirigentes de la ciudad a cambiar el nombre de la calle donde se ubica a “Calle da Igrejinha”, en referencia a la capilla. En esta capilla Niemeyer es capaz de incorporar a la arquitectura las obras pictóricas y escultóricas de Alfredo Volpi y de Athos Bulcão. La belleza del proyecto radica en que la cubierta se asimila a una tela. Estructuralmente es mucho más compleja de lo que pueda parecer al principio, ya que apoya únicamente en tres puntos (los tres vértices del triángulo que forma la cubierta), que además son, literalmente, puntos (y no superficies como es habitual).

Edificios del Congreso y Senado

Edificios de Congreso y Senado

Vamos a ver ahora el gran icono de Brasilia, el testero del eje monumental, y el elemento que vigila y controla la ciudad: El Congreso. La simplicidad del proyecto es casi infantil, la idea es sincera y elemental: en disposición simétrica, dos cúpulas, una de ellas invertida, flanquean la gran torre que alberga los despachos. Todo ello con la rotundidad que otorga el utilizar formas tan elementales, formas pitagóricas. Se puede intuir que la construcción de las cúpulas supuso un gran reto ingenieril, y de hecho así fue. Y aún a pesar de la complejidad de su construcción, esta se produjo en tiempo récord.

Brasilia en Construcción.Foto: Marcel Gautherot

Brasilia en Construcción.
Foto: Marcel Gautherot

Las fotos de Marcel Gautherot de la construcción de Brasilia tienen una cualidad que pocas veces encontramos en la fotografía de arquitectura: son bellas, a la vez que explicativas. Un vistazo a esta galería nos permite adquirir una noción de escala, además de ser conscientes de las dificultades que se pasaron para llevar a cabo el macroproyecto de Brasilia. En cuanto a los edificios, la cúpula normal alberga el Congreso, que está semi-hundido con respecto a la plataforma o plinto que se percibe en la distancia. La cúpula invertida alberga el Senado, es mucho más pequeña en capacidad, pero tampoco es necesario que pueda albergar más senadores. De nuevo, y como pasaba con el Palacio da Alvorada y el Palacio de Itamaraty, Niemeyer repetirá el recurso de introducir los programas de auditorio dentro de cúpulas en otros edificios, como la Casa da Cultura de Le Havre, o la sede del Partido Comunista Francés.

Catedral de Brasilia en Construcción

Catedral de Brasilia en Construcción

Llegamos a la Catedral de Brasilia, probablemente la obra más conocida de Niemeyer. Y, ciertamente, es uno de sus mejores edificios. Es un alarde estructural en sí mismo, 12 pilares curvos de Hormigón que apoyan en un anillo central, y que se recubren con una piel vidriada. La complejidad de su cálculo y construcción es máxima: los pilares no tienen estabilidad hasta que no están construidos los 12 pilares, con lo que las primeras fases de la obra fueron muy delicadas y peligrosas.

Catedral de Brasilia de Noche

Catedral de Brasilia de Noche

Me gusta ver en al catedral una metáfora, el concepto de liberación (quizás espiritual) hecha arquitectura. Es, quizás, un grito hacia el cielo, la unión de muchas voces en un único llanto. Y el acceso al volumen no hace más que reafirmar esta metáfora: se accede al volumen a través de un pasadizo oscuro y pequeño, para de repente recibir un golpe de luz y una sensación de inmensidad y plenitud. Logra de una forma mucho más pura lo que los arquitectos góticos lograban con sus catedrales: impactar.

Interior de la Catedral

Interior de la Catedral

Arquitectura sencilla, inocente, y pura. Esas son, quizás, las características de la obra de Niemeyer. Pero, antes que todo eso, está la poesía, la teoría tras cada proyecto, la reflexión intensa y precisa. Todo en Niemeyer es por algo, y todo busca generar una sensación en el espectador. Su arquitectura es siempre una lección, y de su análisis es posible obtener miles de ideas. Espero que en estos dos artículos sobre su obra haya sido capaz de transmitir la importancia y trascendencia que la obra de Niemeyer tiene, pero, sobre todo, el por qué de esa trascendencia. Aunque quizás no era necesario escribir 3 artículos. Quizás lo único que hacía falta era decir que su arquitectura nos permite soñar. Hasta la vista, Oscar.