Tres sonetos incultos

1. De la jubilación de Kertész y Roth, y los premios nacionales

La letra siente el naufragio cercano;
Kertész y Roth ponen fin a su empeño
de vestir al intelecto de sueño
y abandonan sus naves de secano.

Sin destino camina el ser humano;
lo digo desfrunciendo el entreceño,
con ínfulas de inculto pedigüeño
que le exige bicicletas al verano.

Sin ustedes, faquires del fonema,
¿a quién convierto ahora en mi emblema?
Servido está el dilema del adepto.

Confirma la Academia sus morrallas
repartiendo, pródiga, sus medallas
a escritores que rayan en lo inepto.

 2. Del 50 aniversario del boom latinoamericano

Cincuenta años después de que la Maga
hiciese de la noche su abadía,
y despertase Augusto y todavía
el dinosaurio siguiese a su zaga,

después de entrometernos en la saga
solitaria de la estirpe Buendía,
y que la ciudad fuese una jauría
para esclavos y poetas de alma vaga,

después de que el buen Gabo y Vargas Llosa
se partiesen el pecho (y otra cosa)
por vaya usted a saber qué mal pique,

y muerto Artemio Cruz, clavo y canela,
el sacro hijo del hombre se desvela
con la acusación a Bryce Echenique.

3. Del Cineuropa en Santiago de Compostela

Y mientras tanto, un tiro a quemarropa
provoca que reinvente mi quiniela:
acoge en estos días Compostela
una nueva edición de Cineuropa.

Como el tiempo corre cuando galopa,
lo administro, como hábil centinela,
entre el frío insomnio y el duermevela
para no perder filmes ni en la sopa.

Parece que este año habrá buena fuente:
el Holy Motors, La noche de enfrente,
See no Evil, Leviathan de postín…

Aunque admito, sin pudor ni complejos,
que nosotros, los niños y los viejos,
pagamos para ver a Norma Jean.