Misfits

En los últimos años vemos cada vez más películas, cómics y demás con superhéroes como protagonistas, tanto los de siempre reinventados como otros nuevos, de todo tipo y condición: los que vuelan solos como Spiderman, los que trabajan en equipo como los X-Men, los antihéroes como V,   y los más pringaos como KickAss. Pero lo que todos tienen en común es que se dedican a hacer el bien y a servir a la comunidad de forma altruista.

Personalmente, si tuviese la opción de tener poderes y pudiese elegir uno, no escogería en función de cómo puedo serle más útil a la humanidad. Si nos ponemos a pensar qué haríamos con un superpoder en caso de tener uno, ¿qué sería? ¿Salvar el mundo, mantener las calles limpias de crimen, evitar la corrupción? Ya. O tener mejores notas saliendo más y estudiando menos, ligar, y hacernos la vida más fácil en general. Y de paso, reírnos mucho.

Esto es precisamente a lo que se dedica los protagonistas de Misfits, una de las series de Channel 4 que más éxito está teniendo. Cinco chicos, que no pueden ser más estereotípicos (la guarra, la chunga, el deportista, el gracioso y el raro) que acaban con superpoderes después de una tormenta. A partir de ahí, van a seguir haciendo sus vidas y experimentando con sus nuevas capacidades, en general para ver cómo pueden hacer mejor uso de su tiempo libre con ellas. Lo de salvar el mundo no se les pasa por la cabeza, pero como el karma es así, ya que no van a hacer el bien van a tener que usar sus poderes para salir de los muchos líos donde los meten.

A lo largo de las tres primeras temporadas, han ido desfilando diferentes personajes y los protagonistas han ido cambiando. Para que las cosas no se alarguen sin sentido y se puedan hacer cambios que no parezcan sacados de la nada, los guionistas se cubrieron bien las espaldas desde el primer momento: la tormenta no solo afecta a los protagonistas, sino a un montón de gente, así que cada vez que aparece un personaje nuevo con poderes no hay que dar explicaciones, porque como dicen en la serie, siempre es la puta tormenta. Además, como poder hacer siempre lo mismo sería muy aburrido, a finales de la segunda temporada aparece un traficante de poderes que permite que estos cambien, dando muchas posibilidades nuevas a la trama. Además, como la serie ya parte de algo que no es normal, como tener poderes, ya no se molesta especialmente en hacer que las situaciones tengan mucho sentido: paradojas temporales, bestialismo, un loco con complejo de Dios o un virus zombie contagiado por un gatito son algunos ejemplos.

Channel 4 acaba de estrenar la cuarta temporada, con nuevos personajes y nuevos poderes. Tras la tercera, un poco más floja que las anteriores, especialmente hacia el final, esta promete bastante. Esperemos que no defraude.