Justin, déjame en paz

Corrí todo lo que me dieron las piernas. Evité sus canciones. Quité el volumen a los anuncios de sus conciertos pero supongo que Justin Bieber es una muestra de que todo de lo que huyes, al final, te acaba cogiendo y destrozando sin piedad.

¿Saben? No voy a criticar al zagal Justin Bieber. Ni su música. En el mundo ha de haber de todo. Llámenme bobo, pacifista o conformista, pero siempre ha sido así, siempre ha habido clases y estilos; tendencias y modas. Es más, ha conseguido tener una colección de fans digna de una película épica, cual ejército. Justin Bieber creía que iba a ser uno más de esa lista de artistas que conquistan los reproductores de música de una generación: Spice Girls, Backstreet Boys…

El pequeño Justin es diferente. Ha traspasado todas las fronteras habidas y por haber. Da igual que no quieras escuchar su música, no importa. Lo cierto es que su música quizás no tengas que sobrellevarla, pero de su nombre, GIFs e imágenes no podrás librarte.

Soy un asiduo de internet, picoteo en todo tipo de páginas. En todas aparece una referencia a su persona. Prueben.

Si uno va a Youtube, observará como tiene varias de sus canciones entre las más vistas del famoso portal. “Bueno, no le doy y punto” (pensarán ustedes). El problema viene cuando uno está tan feliz ojeando un directo de Neil Young y el primer comentario más votado positivamente es algo del tipo: “Justin Bieber should watch this” o si solo hay un voto negativo “Justin Bieber voted here” etc…

¿Portales de humor? También. En número de viñetas en las que sale su dibujo, su foto o algún tipo de mención es increíble. Uno quiere echarse unas risas y la cara imberbe del zagal se cruza en su camino. Menudo trago.

Twitter es el summun del asunto. Si uno no ha de aguantar un hashtag al día (positivo o negativo), al menos, hacia su persona pregúntese que extraño suceso ha conmocionado el mundo virtual porque algo ha pasado, seguro.

Es digno de estudio. Nunca había vivido ni tenido constancia de tal fenómeno fan en la historia, y es que ahí está el problema. Puedo soportar oír “baby, baby oooh baby” en el bus urbano, verlo en las noticias… Pero no puede ser que trate de esquivarlo y me encuentre en cada rincón del mundo. No he hecho nada, en serio. No pongo la música demasiado alta, pago a Spotify, no soy de queja fácil… ¿De verdad me perseguirá siempre?

No importa que hagas o donde estés, Justin Bieber, muy probablemente, también lo esté (en alguna de sus formas).