Grandes Maestros: Louis Kahn

Porque no sólo de Caneda vive el ComposTimes, hoy tenemos un nuevo artículo sobre Arquitectura. Y en esta ocasión, vamos a hablar de uno de los grandes genios de la arquitectura contemporánea, probablemente el arquitecto cuyas formas han tenido más trascendencia en las sucesivas generaciones de arquitectos. Estoy hablando de Louis Kahn.

Para la redacción de este artículo usaré al estructura que he venido usando en los anteriores: hablaremos de la persona, hablaremos de su importancia como arquitecto, y pasaremos a analizar sus tres obras maestras. Puede intuir el lector que esta metodología será una constante en estos artículos, y el motivo es muy simple: nos permite adquirir una noción general, suficiente para acceder al mundo, muchas veces, muy complejo, que es la arquitectura. Por supuesto, en Internet hay miles de recursos disponibles para todo aquel que quiera profundizar en lo que aquí se expone. En el caso de Louis Kahn, me voy a permitir el lujo de recomendarle al lector que le dedique una hora a visualizar imágenes de los edificios de Louis Kahn, para empaparse de la plástica y la riqueza de sus espacios.

Louis Kahn

Louis Kahn (1901-1974)

Hablemos, pues, de la persona. Louis Kahn era un arquitecto de origen estonio, nacido en el año 1901, pero que con 4 años emigró a los Estados Unidos. Este hecho es trascendental, como veremos más adelante al hablar de su arquitectura. Por ahora, nos llega con saber que era judío, de una familia tremendamente conservadora, y que tras dejar Estonia se asentaron en Philadelphia. Como la familia no disponía de recursos, Louis Kahn, desde muy pequeño, se dedicó a vender sus dibujos, e, incluso, tocar el piano en películas mudas, todo para poder pagarse los lápices que consumía a un ritmo escandaloso. Recibió una educación arquitectónica tremendamente marcada por la tradición Beauxartiana, con una gran carga de dibujo y estudio de las formas clásicas. Tras acabar la carrera en el año 1924 y trabajar en algún estudio de arquitectura de poca importancia, decide hacer un viaje por Europa, como era costumbre entre arquitectos y otros estudiosos. Y en Europa se queda fascinado por las murallas de Carcassonne y los castillos Escoceses. Este hecho será fundamental en su obra. Quizás su ascendencia Europea, quizás su cultura americana,quizás su educación tradicionalista… La cuestión es que la ruina como concepto arquitectónico fascinó siempre a Kahn, que basó toda su obra en él. Porque la ruina es el elemento monumental por excelencia, y la arquitectura de Kahn es, esencialmente, monumental.

Murallas de Carcassonne

Murallas de Carcassonne

Tras un año recorriendo Europa regresa a Estados Unidos, trabajando en diferentes estudios durante 20 años, buscando su estilo, su propia arquitectura. En efecto, Louis Kahn no comenzó a construir su propia arquitectura hasta alcanzar los 50 años. Muchas veces, cuando hablamos de arquitectos jóvenes, nos sorprendemos cuando esos arquitectos “jóvenes” tienen 40-45 años. ¿Y qué han hecho los anteriores 15 años? Pues, básicamente, aprender todo lo que no les enseñó nadie durante los 5 años de carrera universitaria (con suerte). La arquitectura es una disciplina que requiere de una base cultural insultantemente grande, que sólo se adquiere tras muchos años de práctica profesional y estudio. Ésto explica el hecho de que hasta que Louis Kahn no cargaba con medio siglo a sus espaldas no decidiera desarrollar una obra arquitectónica. Me gusta pensar en Louis Kahn como un arquitecto sin prisas, un genio cuya mayor habilidad fue la de saber esperar.

Como muchos otros arquitectos (en los artículos que van ocupando esta sección, tanto Hejduk, como El Lissitzky, como Siza), desarrolló una carrera en el ámbito de la educación. En 1947 entra a trabajar como profesor en Yale, donde trabaja 10 años. Posteriormente será profesor en otras escuelas, y será el maestro de grandes arquitectos, como Moshe Safdie o Robert Venturi. En este punto, me gustaría destacar una obra de Safdie que a buen seguro bebe de las enseñanzas de Kahn: el Hábitat 67. Para lo que nos interesa en este artículo (el hábitat bien merece tres o cuatro sólo para él), valga destacar su monumentalidad, en tanto que es una arquitectura que, como Carcassonne, busca ser un hito, una referencia.

Hábitat 67, Moshe Safdie, 1967

Volviendo a Louis Kahn, y para acabar con los detalles de su vida, destaquemos 3 puntos más. Muere en 1974 de un ataque al corazón en un baño de una estación de tren, un final subrepticio, casi de comedia. En los 23 años de carrera profesional “real” desarrolló unas 20 obras, menos de una por año, y algunas de ellas ni siquiera se llegaron a construir. Es un contraste evidente con arquitectos como Frank Lloyd Wright, que vio como demolían un par de cientos de viviendas suyas (desarrolló más de 400 proyectos en su extensa carrera profesional). Por último, a modo de “Salsa Rosa Arquitectónica”, no está de más comentar que Kahn llegó a tener tres familias, dos de ellas en el mismo espacio temporal. Así mismo, cabe destacar que sus hijos rechazan a Kahn como figura paterna. En el año 2003 Nathaniel Kahn, hijo de Louis Kahn, filmó un documental, My Architect, en el que mostraba quien era realmente Louis Kahn. En un pasaje de este documental, se muestra como Kahn no fue un padre para sus hijos, pero sí para millones de personas en Bangladesh: el edificio que proyectó para acoger al Asamblea Nacional en Dhaka trajo consigo la democracia al país.

Asamblea Nacional de Dhaka

Asamblea Nacional de Dhaka, Louis Kahn, 1961
Foto: Naquib

Así pues, pasemos a ver la obra de Kahn. Y empezaremos con la que es, probablemente, su obra “más monumental”: la Asamblea nacional de Dhaka. Por supuesto, las críticas a este edificio son extremadamente fáciles. Ya en primer lugar, el coste del edificio, y su mantenimiento, es exorbitado. Sin embargo, con el paso de los años se ha ido ganando el respeto popular. No podemos olvidar que, en su momento, la Torre Eiffel fue considerada como un dispendio económico, y que la sociedad Parisina exigió su inmediata demolición…

El edificio es, básicamente, una enorme mole de hormigón al que se adosan tiras horizontales y verticales de mármol. Una serie de aberturas geométricas en el muro se convierten en las entradas de luz. Estas geometrías tan puras a la hora de realizar determinados elementos, tales como sustracciones en muros, lucernarios, etc. serán una constante en la obra de Kahn. A fin de cuentas, ¿qué puede haber más monumental que un círculo o un triángulo? Otra de las constantes en la obra de Kahn es el cuidado intensivo de la adecuación de los materiales. Kahn pregunta a los materiales qué quieren ser, y los materiales le contestan. El hormigón quiso ser monumento, quiso que el mármol lo decorase, quiso tener una lámina sobre la que verse y reflejarse, quiso tener huecos grandes, geométricos, quiso tener calles interiores, puentes, vidrio…  Y quiso compartir protagonismo con el ladrillo local, cediéndole la palabra para que el ladrillo dijese que él quería lo mismo. Ladrillo y Hormigón quisieron convivir juntos, compartir formas y significados. Lo único que hizo Kahn fue escuchar.

Hormigón y Ladrillo quisieron ser uno

A pesar de la monumentalidad del conjunto, el edificio mantiene una escala humana. Entiendo que pueda parecer contradictorio, y a la vista de las imágenes parece contraintuitivo. in embargo, un análisis profundo de planos e imágenes interiores nos da idea de que la monumentalidad no está reñida con la humanidad. Sé que el concepto de escala es tremendamente difuso, soy absolutamente incapaz de darle una definición, ni tan siquiera, imprecisa. Por supuesto tampoco me parece conveniente sentenciar sin una argumentación. Digamos que la escala es la relación existente entre un edificio, y sus usuarios. Por poner un ejemplo práctico (y burdo, qué duda cabe), imaginemos que tenemos que recorrer un edificio de gran longitud. Con los mismos volúmenes, mismas alturas, anchos, y largos, la escala del edificio varía en función de si tenemos que hacer todo el recorrido caminando, o si tenemos una cinta que nos transporte. Y la Asamblea Nacional de Dhaka tiene esa gran “cinta” que la convierte en humana.

Calle interior de la Asamblea Nacional de Dhaka
Foto: Naquib

Es importante destacar dos hechos arquitectónicos fundamentales: la ausencia de pilares (o estructura portante visible), y las comunicaciones entre diferentes espacios. Empezando con la estructura, llama la atención la ausencia total y absoluta de pilares en el edificio. Los espacios interiores llegan a tener siete alturas, quedando la cubierta sostenida únicamente por los muros interiores. Así, estos muros cumplen diferentes funciones. Además de dividir espacios, sostienen la cubierta, generan monumentalidad y humanizan el conjunto. Además, las enormes aberturas de que disponen permiten que todos los espacios interiores estén bañados por luz natural.

Comunicaciones verticales

Comunicaciones Verticales
Foto: Naquib

En cuanto a las comunicaciones verticales están resueltas magistralmente. El conjunto consta de nueve edificios diferentes que, sin embargo, están comunicados únicamente por tres volúmenes interiores. Kahn juega con la plástica de la losa de escalera, permitiendo que rompa la perfección geométrica del círculo al materializarse en el mismo plano. Y el efecto que consigue con ello es, sencillamente, magistral. Sólo si eres plenamente consciente de que tu edificio funciona, te permites el lujo de demostrar con tanta rotundidad dicho funcionamiento. Las diferentes alturas se entrelazan, abriéndose al gran espacio central que distribuye a la vez que unifica, y manteniendo, a su vez, la poética de la gran puerta de acceso que es ese espacio central. Porque, por si quedaba alguna duda, el acceso al edificio mantiene la escala del conjunto, siendo una abertura más en el gran volumen de hormigón. El resultado es un conjunto armonioso y bello, una demostración monumental de la plástica del hormigón y de su capacidad de generar espacios únicos.

 Pasemos ahora a hablar de la Biblioteca de la Phillips Exeter Academy. En esta ocasión, el grueso del proyecto está en el interior, que es, sencillamente, magistral. La monumentalidad juega, de nuevo, un papel clave en el conjunto, que se compone de un gran volumen central, que es cúbico en la idea, pero que pierde esa característica en la realidad. Exteriormente, este cubo interior tiene unas dimensiones de 34×34 metros en planta, pero en altura sólo alcanza los 24 metros. Sin embargo, la concepción del volumen es la de un cubo perfecto. Kahn es perfectamente consciente de que a medida que un volumen gana altura, el espectador pierde con rapidez la escala. De hecho, si se hubiese realizado un cubo de 34 metros de alto, probablemente lo entenderíamos como un cubo deforme, alargado. Kahn es perfectamente consciente de ello, y lo utiliza a su favor. Este gran cubo sirve como contenedor de nueve cuadrados en planta más pequeños, de los cuales destaca el cuadrado central, un gran distribuidor de luz que, además, amplía la concepción espacial del conjunto.

Biblioteca de Exeter

Contraste entre la arquitectura Georgiana, y la modernidad más absoluta

Interiormente destaca, por tanto, ese gran lucernario, un cuadrado perfecto en planta que volumétricamente tiene la altura total del conjunto y que baña con luz natural el interior de la biblioteca. Los muros laterales de este lucernario tienen una gran sustracción circular, como vimos anteriormente en la Asamblea Nacional de Dhaka,  y que, de nuevo, otorgan monumentalidad al volumen. Además, Kahn se permite mostrar la estructura a través de los círculos, dejando que cada planta adquiera materialidad al quedar representada por las estanterías en las que se almacenan los libros. Coronando el conjunto, dos enormes vigas de hormigón cruzan el cuadrado en sus diagonales, quedando sobre ellas una cubierta de hormigón que simplemente flota, parece que no apoya en nada.

Interior de la Biblioteca de Exeter

Interior de la Biblioteca de Exeter
Foto: Naquib

Destacaremos así mismo el acceso a la biblioteca, que resulta ser una traslación perfecta de la Alegoría de la Caverna de Platón. El acceso se produce a través de un pequeño espacio muy oscuro a cualquier hora del día, que se estrecha, y que nos lleva hacia un punto de luz que es el espacio central antes mencionado. Es, por lo tanto, una transición desde la oscuridad a la luz, de la caverna al mundo de las ideas, del mundo brutal a la cultura y el pensamiento. Además, el uso de los materiales vuelve a estar muy cuidado, conviviendo en perfecta armonía la madera con el hormigón, y separando funcionalmente las diferentes estancias.

Por último, pasemos a hablar del edificio que convierte la poesía en arquitectura: el Salk Lake Institute, en La Jolla. Aquí, Kahn desarrolla una idea que ya fue expuesta en mi anterior artículo, Arquitectura en Compostela: CGAC y Bonaval. Esta idea es la de convertir la poesía en arquitectura. En este caso, Kahn se da cuenta de que el lugar tiene algo especial. La luz al atardecer, al amanecer, o incluso durante el día, tiene una cualidad que le da un carácter especial. Así, Kahn decide enmarcar el horizonte, jugando con esa luz tan característica, y creando una pequeña fuente lineal que nos lleva irremisiblemente a sumergirnos en esa magia que es el mar. La mejor forma de explicarlo es verlo, y la mejor forma de verlo es a través del lápiz de Louis Kahn:

Salk Institute

El horizonte, a través de Kahn

Sin embargo, el conjunto arquitectónico es mucho más. No podemos caer en el error de creer que una simple imagen justifica un edificio. El Salk institute es mucho más. En primer lugar, el edificio se fue creando gracias a la conexión cliente-arquitecto. Y esto es fundamental. En un mundo en el que las arquitecturas están totalmente desconectadas de lugar y usuario, se hace cada vez más necesario el revisar por qué ciertas arquitecturas han funcionado desde el primer momento. Ésta es una de ellas. Además, el buen entendimiento entre ambas partes le dio al arquitecto algo que, aún con presupuestos ilimitados y lugares mágicos pocas veces es posible: libertad absoluta para desarrollar una arquitectura coherente.

Salk Institute

Dos espacios separados, unidos por el patio central
Foto: Naquib

El conjunto se compone de dos volúmenes separados. En uno de ellos se desarrolla la parte más teórica del trabajo que se desarrolla en el instituto. Frente a él se ubica la parte práctica, los laboratorios. La forma exterior es la misma, la simetría es necesaria conceptualmente. Las torres en que se ubican las salas y laboratorios, tienen una característica común: están todas giradas 45º con respecto al canal central. Así Kahn logra iluminar todas las estancias de forma regular con la mejor luz posible, además de darles a todas unas vistas espectaculares. Exteriormente se combinan, así mismo, la madera con el hormigón, siendo el conjunto mucho más cálido de lo que cabría esperar. Cabe destacar, además, la plasticidad del hormigón. Louis Kahn juega con el sistema constructivo, controlando cada parámetro de la obra, y teniendo un cuidado exquisito con el encofrado de los muros. Si el lector desconoce el concepto de encofrado, aquí tiene una definición muy elemental. El encofrado es el sistema contenedor del hormigón en obra, cuando todavía está líquido; consta de unos tableros de madera atravesados por unos cables (latiguillos) que le dan estabilidad e impiden que el hormigón desborde (en artículos posteriores profundizaremos en el mundo del hormigón, viendo sistemas constructivos, tipos, etcétera). Si nos fijamos en el muro de hormigón del Salk Institute, veremos que se distinguen perfectamente los tableros (líneas), y los latiguillos (puntos). La modulación tan estricta en estos muros resulta tremendamente compleja y difícil de llevar a cabo, requieren de un control de obra estricto y de un cariño y dedicación totales.

Madera y Hormigón, todo uno

Madera y Hormigón, todo uno
Foto: Naquib

Finalizamos el viaje a través de las tres grandes obras de Louis Kahn. No ha sido fácil. Louis Kahn es un arquitecto complejo, que muchas veces es difícil de asumir, y que incluso entre arquitectos genera polémica. Sin embargo, el que escribe considera que la arquitectura de Kahn es poesía en hormigón, es la muestra de que un proyecto arquitectónico no se reduce a hacer dibujos en servilletas. Porque la arquitectura es mucho más, la arquitectura debe ser pasión, debe ser amor, debe transmitir seguridad. La arquitectura surgió como refugio, es la respuesta a la necesidad de protegernos de las inclemencias y de otros animales, y no debe perder ese carácter: la arquitectura debe abrazarnos y protegernos, y eso es, precisamente, lo que hace la arquitectura de Louis Kahn.