Clásicos: Pokémon

Corría el año 1965 cuando nació un niño con síndrome de Asperger (autismo) llamado Satoshi Tajiri. Durante su infancia sus pocos amigos le llamaban Dr. Insecto, debido a que coleccionaba todo tipo de bichos.

Bastantes décadas más tarde el Dr. Insecto inventó los Pocket Monsters, abreviado en casi todo el mundo como Pokémon. ¿Por qué demonios lleva tilde pokémon? Gran pregunta. En castellano no la necesita. Es llana y punto. En inglés no hay que poner signos de acentuación. ¿Entonces? Manías de los japoneses, que preocupados porque en inglés se pronunciase mal, decidieron (a sabiendas de que no lo necesitaba) hacer el logo con una tilde. Querían asegurarse de que todo el planeta acentúase la segunda sílaba. Se ve que antes de Fukushima ya no estaban muy bien de la cabeza estos isleños.

En el año 1996 el mundo cambió y un par de generaciones de niños verían sus vidas con un enfoque distinto. Salió el juego en la plataforma Game Boy, dividido en dos versiones. Quizá fue consecuencia del Asperger del creador, quizá fueron unos visionarios que sabían que darle un toque social era el futuro; pero obligar a los jugadores a tener que intercambiar pokémon con otros amigos para conseguir los 150 existentes fue una de las mayores genialidades de Nintendo / GameFreak.

Nuestro cerebro busca el orden. Aún cuando somos personas desordenadas y caóticas, adoramos el orden. ¿Conocéis el efecto Zeigarnik? Si os pica la curiosidad buscadlo en la wikipedia, pero os lo resumo yo aquí: Nuestro cerebro borra rápidamente todas las cuestiones completadas, pero te hará rallarte y darle mil vueltas a todas aquellas sin solución. Todos sabemos que una pregunta de un acertijo que no resolvemos nos hace rompernos el coco. Todos sabemos que si encontramos la solución a una adivinanza rápidamente, no nos acordamos de ella al día siguiente. Un estudio de la BBC y la universidad de Sheffield descubrió que la clave de que el Tetris fuese tan adictivo era precisamente la búsqueda obsesiva del orden, la necesidad del cerebro de encajar bien las piezas y la mini-satisfacción que provoca ver un resultado positivo.

Los japoneses explotan al máximo cada producto. Pensemos en cuantas versiones de Game Boy o Nintendo DS existen… Esto es debido a que hay demanda, dado que con que una nueva consola cambie de color se crean colas de gente en las tiendas. ¿Consumismo desaforado? No voy a ser yo el que les diga qué hacer con su dinero.

En pokémon no podía ser menos. Al tiempo que salió el juego, salió una serie de televisión y mil productos de merchandising. Es más, estoy convencido de que muchos niños con Asperger se compraron las dos versiones del juego y dos gameboys.

Encendamos la consola y empecemos nuestra aventura de entrenador:

En el juego (como en la serie) entramos en el rol de un niño de 10 años. Nuestro padre brilla por su ausencia y nuestra madre se limita a darnos una mochila y enviarnos fuera de casa con una patadita. A partir de aquí, el mundo a nuestros pies. Literalmente. En aquella época sorprendió el nivel de libertad del juego. Si bien hay una historia que seguir (como en cualquier juego de rol oriental), la variedad de pueblos, de personas con las que hablar y la amplia banda sonora de cada lugar dejó alucinados a muchos al ver lo que una Game Boy podía dar de sí.

Tu misión: cazar pokémon y entrenarlos para que suban de nivel y se hagan más fuertes. Solo puedes llevar seis encima, es decir, cada batalla durará como máximo hasta que debiliten tu “hexagrupo” o tú hagas lo correspondiente con el del rival.

El profesor Oak nos da a elegir entre tres pokémon. Primera decisión que marcará toda tu aventura. ¿Quieres al tipo planta, al tipo agua o al tipo fuego? Sí señores, cada animalito tenía uno (o varios) tipos. Esta era una de las características que empujaban la balanza a favor de un pokémon u otro en cada combate. No sólo contaba que tuvieses un nivel avanzado en tu criatura. Era importante que si tu rival era de tipo agua, no luchases tú con un tipo fuego, o te apagaría todas las ansias de victoria.

Durante la partida iremos visitando diferentes pueblos y ciudades, luchando contra los “líderes del gimnasio” de cada lugar y ganando medallas que nos permitirán, cuando tengamos ocho, entrar en La Liga Pokémon (así, con mayúsculas). Si la ganamos se acabará el “modo historia” del juego. Pero como precisamente estamos hablando de una obra maestra, llegados a este punto no hemos disfrutado ni un cuarto del tiempo que le hemos dedicado de pequeños.

Toca ahora entrenar nuestros bichitos hasta el nivel 100 (máximo permitido), luchar contra nuestros amigos y, por supuesto, coleccionar los 150 existentes para ser el mejor entrenador del mundo. Enlazo esta sensación de ambición con la introducción de la serie animada, ya que versaba precisamente sobre convertirse en el número uno, en un As(h).

Me he centrado en describir la historia de las primeras versiones, no voy a extenderme narrando cada nueva entrega… Sinceramente las novedades de cada nuevo juego siempre rodean las siguientes claves: “Han pasado muchas décadas (por lo que el protagonista siempre cambia), tenemos nuevos mapas y muchos más pokémon inéditos.” Os invito a jugarlos, si os gusta pokémon os encantarán.

¿Cómo hago para echar una partida a esto hoy en día? Antes de nada: Si tienes una Game Boy y funciona, guárdala en un sitio sin humedad bajo llave. Dentro de veinte años la venderás en ebay por 100.000 euros y evitarás tu desahucio (un ordenador Apple de finales de los 70 se subastó en NY por trescientos mil pavos). Después piensa qué versiones del juego quieres disfrutar. ¿Las primeras entregas? ¿Las de Game Boy Advance? ¿Las de Nintendo DS? Estas últimas siempre puedes jugarlas en la plataforma correspondiente que te venderán con mucho gusto en cualquier área comercial. Para recordar las clásicas te puedes descargar el emulador (lo hay para PC y Mac) VirtualBoy.

Cazar un pokémon es como ligar con tácticas mezquinas (iba a escribir “tácticas de hijo de puta” pero queda demasiado feo). Todos conocemos a algún chico que decide ligar bajando la moral a su presa, criticándola de forma suave pero continua, haciendo que ella se vea momentáneamente a sí misma en un nivel casi tan paupérrimo como el del cazador. En ese momento, cuando la presa ha sido debilitada, hay que tirar la pokéball. ¡Rattata ha sido capturada! Eso sí, en el juego no se pueden tener relaciones sexuales con los animales.

El boom de pokémon fue reconocido cuando la gente disfrazaba a sus hámsters de Pikachu. Había todo tipo de juguetes, de plástico y peluches. Los tazos (poké-tazos) hicieron que se vendiesen muchas bolsas de Matutano. Pero la paradoja más destacable es la siguiente: Decidieron sacar un juego de cartas, llamado Pokemon Trading Card, enfocado a todos aquellos que o bien no tuviesen una consola o no quisiesen estar todo el día tragando bits. Resulta que el juego tuvo tanto éxito que sacaron un juego de Game Boy basado en el juego de cartas basado en el juego de Game Boy. Ala. Toma ya.

Un éxito de estas características vino acompañado de muchas críticas: padres con miedo a que hubiese peleas entre las mascotas de sus hijos, defensores de los animales en contra de los combates virtuales y demandas por provocar epilepsia. Mi opinión es que si un niño juega diez horas seguidas a un juego la culpa no es de Nintendo sino de sus padres. Pero en este caso hay una excepción: Hubo un capítulo de la serie de TV, prohibido en el resto del mundo y solo emitido en Japón, que versaba sobre un pokémon llamado Porygon. Los efectos visuales con luces rojas y azules de este capítulo provocaron ataques epilépticos a 685 niños. Los valientes podéis ver el trozo del episodio aquí (¡la verdad es que no es para tanto!).

Los niños aprenderían cientos de nombres de pokémon pero no sabrían el nombre de los meses en inglés. Nintendo 1 – LOGSE 0

Técnicamente, pokémon era fabuloso. Sólo tenía dos bugs (fallos). De ellos hablaremos después, dado que son aislados y no interfieren en una partida normal. Era tan complejo y tuvo que ser pulido hasta tal punto que asusta pensar cuantos “probadores de juegos” (beta testers) tuvieron que contratar en Nintendo. Hoy en día ya no se hace esto. Hoy en día se sacan los juegos sin acabar, en la versión 0.9. Todos los que lo compran el primer día son los beta testers gratuitos. Y entonces, al segundo día, la compañía saca un pequeño parche que soluciona los problemas reportados durante el día de salida. Es entonces cuando el juego está al completo. Esto es una vergüenza pero lo hacen (casi) todas las compañías. En los años 90 era impensable, la Game Boy estaba lejos de tener conexión a internet y el noventa por ciento de la población también.

El famoso bug de Pokémon que dio quebraderos de cabeza a muchos niños se llamaba Las Islas Fallo. Como el nombre indica, los desarrolladores del juego se dejaron algunas líneas de código sin punto final. Así, cuando el jugador hacía unos determinados pasos con su personaje (normalmente de forma intencionada, era muy difícil dar por casualidad con este error) este aparecía en un mapa irreconocible, un lugar lleno de “trocitos” de otros lugares y ciudades. Si una persona decidía guardar la partida aquí, y este fue el gran problema para Nintendo, la partida se borraba. Los rumores hicieron creer a muchos niños que aquí encontrarían a Mew, el pokémon secreto número 151. Esto era falso, pero el rumor estaba fomentado porque en estas islas aparecía un pokémon sin forma llamado “Missingno”. No era un pokémon. La prueba clara de que no era un pokémon era su nombre: Missing No. “Número desaparecido”. Algo así como: “Aquí debería ir un pokémon pero no tengo ni idea de cuál.”

Atrapar a Mew fue uno de los retos más difíciles de la historia. Existían muchos cuentos sobre cómo cazarlo. Todos falsos. Que si había que cambiar un Nidoking en el nivel 100 a uno del Team Rocket. Que si había que abrir un camión de una isleta con las llaves de un Casino. Nada. Solo hay una forma de cazarlo, y si aún tenéis alguna versión de estos juegos en casa, podéis probarla. Se atrapa en Ciudad Lavanda y está descrito aquí.

Con el segundo bug de Pokémon podemos reflexionar sobre si es realmente un fallo o fue a propósito. Clonar pokémon. ¿Fue esto un método de favorecer la venta de cables game-link y la vertiente social del juego? Mi opinión es que fue un error. Navaja de Ockham. Era muy complicado tener controlado al milímetro este caso. ¿Cómo funcionaba? Si tu amigo tenía un pokémon interesante y tú tambien lo querías, le pedías que te lo clonase. Era hacer una copia. Para esto necesitabais simular un intercambio. En tu Game Boy, un bicho sin importancia. En la suya, el animal interesante. Cuando os los estabais cambiando… Él apagaba su consola. El pokémon llegaba a la tuya, pero seguiría también en la de él. Millones de almas de Pidgeys en el nivel 2 claman desde el cielo contra este bug. En resumen: fue nuestra primera intervención en el mundo pirata.

Pokémon había vendido en 2005 (en sus diferentes versiones y plataformas) más de 100 millones de copias. Sólo Super Mario superaba esta cifra (con 180 millones). Hoy en día aún buscan imitar un sistema similar que enganche a tanta gente y que produzca tanto dinero. Monster Hunter tiene un éxito similar, pero sólo en Japón. Quizá ya no es época de Game Boys. Los niños no tienen la misma ansia por jugar con un aparato electrónico, porque en su casa poseen dos ordenadores y tres consolas… aparte de un móvil propio con mil características.

Pokémon ha servido para demostrar a la sociedad (al igual que GTA) que sabemos diferenciar entre mundo virtual y mundo real. Ha servido para demostrar que aunque un niño se críe cazando bichos y haciendo combates con ellos no significa que eso le provoque que de mayor le gusten los toros.