Arquitectura en Compostela: Torres Hejduk
Siempre es difícil empezar a caminar, porque nunca sabes por dónde empezar. De ahí que, para la redacción de este artículo, haya dedicado muchas más horas a pensar sobre qué hablar, que al hecho singular de hablar de algo. Desde luego, lo tenía fácil. ComposTimes…Compostela…Arquitectura……..Cidade da Cultura. Y durante unas horas, quizás de locura transitoria, me parecía adecuado. Sin embargo, mientras recorría mentalmente el complejo, reparé en ese elemento extraño, al sur, tras la biblioteca, que preside, dirige y vigila el Gaiás: las Torres de John Hejduk.
Son un elemento extraño, una pieza singular. Las torres de Hejduk merecen un paseo tranquilo por su historia, silenciosa y profunda, y eso es lo que me dispongo a hacer. En este artículo trataré de analizar brevemente las torres, analizar sus causas, sus consecuencias, la esencia arquitectónica de las mismas. Y para ello me parece imprescindible conocer, aunque sea de forma somera, al demiurgo, además de reseñar una de sus obras más teóricas y destacables.
Muchos ni siquiera habrán reparado en la presencia de estas torres, otros tantos no se habrán dado cuenta de que es imposible que el mismo arquitecto que proyectó la Cidade da Cultura hubiese podido crear esa pieza tan escultórica. Lo cierto es que las torres no estaban pensadas para estar ahí, son un bello homenaje de Peter Eisenman (arquitecto de la Cidade da Cultura), a uno de sus grandes referentes teóricos, amigo, compañero: John Hejduk.
No es objeto de éste artículo el hablar sobre la vida de Hejduk. La wikipedia, sin duda, hará un trabajo mucho mejor que el que pueda hacer yo al respecto. Sin embargo, es necesario destacar algunos aspectos de su vida. En primer lugar, John Hejduk fue un arquitecto Americano, neoyorquino (con todo lo que eso implica), nacido en 1929. En su juventud arquitectónica coincidió con Eisenman y con otros 3 arquitectos en un movimiento que se dio en llamar Five Architects, y cuya característica fundamental era que desarrollaban una arquitectura de formas puras, en una continuidad evidente con el Movimiento Moderno. Los cinco arquitectos prosiguieron su carrera por vías muy distintas, desde el racionalismo al organicismo; quizás el único que se mantuvo en ese lugar teórico fue el propio Hejduk, y probablemente esa radicalidad teórica lo llevó a ser un pedagogo, un maestro, y no tanto un arquitecto de obras tangibles. Porque precisamente, la arquitectura de Hejduk es arquitectura de papel, aún cuando está construída. Ejemplos de ésto son su vivienda para un músico, o las viviendas para un suicida y la madre del suicida, proyectos que, aún cuando fueron construidos, no dejan de ser una excusa para poner en marcha el intelecto del arquitecto (y el de sus pupilos). Por supuesto, la obra de Hejduk es, principalmente, escrita (además de arquitecto era poeta y pintor), y aún cuando tiene, efectivamente, ejemplos maravillosos de arquitectura construida, su principal patrimonio está en los libros que nos ha dejado. Es muy destacable la capacidad que tenía el maestro para dibujar. Durante varias décadas (y aún perdura la costumbre en algunas escuelas hoy en día), los alumnos de primer curso de arquitectura se veían torturados por sus profesores, que les pedían dibujar las perspectivas complejas, informes, absolutamente irreales y aparentemente inútiles que el propio Hejduk enseñaba a sus alumnos. Uno aprende con el tiempo que el no entender la utilidad de algo, no implica necesariamente que no la tenga…
Con esta breve reseña debería ser suficiente para empezar a entender las torres. Estaban proyectadas para ser ubicadas en el parque de Belvís, y para funcionar como un jardín escultórico-botánico. Ese proyecto nunca se llevó a cabo, y tras la muerte de Hejduk en el año 2002, Eisenman decidió incluirlas en el complejo del Gaiás. Incluso les reservó el mejor lugar posible: la cara sur. Al estar ubicado al sur, en la parte trasera del complejo, las torres se convierten en el primer objeto en recibir la luz solar. Eisenman les dedica este lugar tan especial, consciente de que las torres responden a esa definición que Le Corbusier diese de la arquitectura:
[…]el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz.
Son las torres un elemento extraño, un alien, no tienen ninguna función ni utilidad, no se percibe una continuidad con el resto del proyecto (entre otras razones, porque no la hay)… Están ahí por estar, y ahí está su belleza.
Entiendo que al lector estas apreciaciones le puedan chirriar. A fin de cuentas, es un dispendio económico innecesario. No pretendo entrar en polémicas a este respecto, no es el objeto de este artículo. Es evidente que el timing no es el adecuado, y obviamente el dinero invertido (y el que queda por invertir), podría ser utilizado para un sinfín de cosas más necesarias. Simplemente quiero dejar una pequeña reflexión al respecto: ¿Acaso es el arte “necesario”?
Tiene Hejduk en su obra varios ejemplos de arquitecturas “extravagantes”, delirantes, arquitecturas inútiles, si el lector lo prefiere, esculturas arquitectónicas. Me gustaría destacar una de estas arquitecturas: la ya citada vivienda para un suicida, y la vivienda para la madre del suicida. Estas viviendas nacen del poema The Funeral Of Jan Palach de David Shapiro. Cabe destacar la entrevista que el poeta neoyorquino (amigo personal de Hejduk) le realizó en los últimos compases de su vida. Volviendo a la vivienda para el suicida, la inocencia del proyecto resulta conmovedora. Personalmente, me trae a la memoria aquella definición de vértigo que hacía Milan Kundera en su libro La Insoportable Levedad del Ser:
¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? ¿Pero por qué nos da también vértigo en un mirador provisto de una valla asegurada? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.
Estas viviendas son fieles a los primeros dibujos y croquis, y son la efectividad del razonamiento teórico, materializada. Hejduk piensa con sus manos, con un lápiz y un papel, y sólo cuando sabe que lo que tiene en el papel transmite perfectamente la idea que tiene en su cabeza, decide convertirlo en algo real. En una de sus conferencias, Hejduk explicó su intención arquitectónica de la siguiente forma:
If a painter could by a single transformation take a three dimensional still life and paint it on a canvas into a natura morta, could it be possible for the architect to take the natura morta of a painting and, by a single transformation, build it into a still life?
Que en castellano vendría a ser algo parecido a esto:
Si un pintor puede, mediante una única transformación, coger una instantánea de la vida y convertirla en un lienzo en una naturaleza muerta, ¿sería posible para el arquitecto coger la naturaleza muerta y, mediante una única transformación, construir una instantánea de la vida?
Podemos achacar a Hejduk la excesiva carga teórica de su arquitectura. A fin de cuentas, el mundo se construye a base de piedras, y no de ideas de piedras. De hecho, me gustaría hacer partícipe al lector de que, durante la redacción de éste artículo, me he encontrado con una fuerte oposición por parte de compañeros y amigos hacia esta concepción de la arquitectura. Lo que importa es que, aún cuando la obra de hejduk peca de inocente y retórica, lo cierto es que es tremendamente pedagógica.
Volviendo al tema principal, las torres de Hejduk son el conjunto escultórico por excelencia dentro del complejo del Gaiás. Y eso es mucho decir, habida cuenta de que el Gaiás es, en sí mismo, una escultura. En primer lugar, la oposición piedra-vidrio que vemos en los revestimientos exteriores nos retrotrae a una materialización de un concepto muy presente en la arquitectura de los últimos 150 años: la tectónica de los materiales. Efectivamente, Hejduk utiliza la misma forma geométrica en ambas torres, con la misma estructura, los mismos huecos en fachada, la misma dimensión. La única diferencia entre ambas torres (con una carga teórica fundamental), es que se utiliza como revestimiento los materiales pesado y liviano por excelencia (la piedra y el vidrio). Podemos ver, incluso, la disyuntiva de lo tradicional y lo moderno, a través del recurso barroco de la imagen y no de la construcción (no interesa construir con piedra, interesa transmitir la sensación de pesadez). Obviamente aquí adelantamos acontecimientos. ¿Cuál es la herramienta fundamental de un profesor? La imagen. No interesa una construcción estricta, interesa la imagen mental, la concepción filosófica si el lector así lo prefiere. Hejduk quiere transmitir la idea de torre de piedra, y no crear la torre de piedra en sí misma.
Otro hecho fundamental es que las torres pierden sección a medida que ganan altura, en una clara referencia a la construcción de edificios en altura. Así, en edificios en los que la altura es, proporcionalmente, mucho mayor que las otras dos dimensiones, las cargas horizontales (viento), o el peso de las plantas superiores sobre las inferiores, son un elemento determinante a la hora de otorgar estabilidad al mismo (hecho que, a la postre, es determinante en el cálculo de la estructura). Si pensamos en las pirámides de Egipto veremos fácilmente a qué me estoy refiriendo. De nuevo este recurso responde más a la teatralidad barroca que a una necesidad real. Para Hejduk, y para su coherencia arquitectónica, resulta imprescindible que las torres pierdan sección al ganar altura, puesto que para que una torre sea torre, debe responder estrictamente a esa necesidad. De nuevo, imagen, idea, y no construcción pura.
Sin embargo, el hecho arquitectónico más destacable es el uso de formas geométricas simples, pitagóricas. De nuevo, en esa búsqueda de la pedagogía a través de la arquitectura, en esa coherencia con los postulados del Movimiento Moderno, Hejduk proyecta a través de piezas regulares, y no a través de espacios o usos. Da la sensación de que cualquiera de nosotros podría llegar a construir estas mismas torres con aquellos juguetes con cilindros, cubos o conos de madera que tanto disfrutamos en nuestra infancia.
Porque esa sencillez aparente es la base de su belleza, la belleza de lo simple, de lo inútil, la belleza del contraste y de los opuestos, la belleza de las formas puras y las simetrías, la belleza de la composición, la belleza de lo estricto, la belleza de lo simple. Porque ésa es la característica fundamental de estas torres: la simplicidad, pedagógica, de las mismas.
Al final, la arquitectura debe ser capaz de transmitir sensaciones, de quedarse en la memoria de la gente, debe ser capaz de emocionar. Para el que escribe descubrir las torres de Hejduk fue una experiencia reveladora, una de esas lecciones de arquitectura que no se imparten en las escuelas. Objetivo cumplido, Profesor Hejduk.