Alexander Vinokourov: El hombre que puso Kazakhstán en el mapa
Últimos metros de la prueba de ciclismo en ruta de los Juegos Olímpicos de Londres’12. Dos corredores, el kazajo Alexander Vinokourov y el colombiano Rigoberto Urán, forman el dúo de cabeza de carrera, aventajando en pocos segundos a un grupo perseguidor donde los principales favoritos tratan de dar caza a los dos escapados. La distancia es corta, pero permite soñar a los fugados con el triunfo final. A falta de doscientos metros, Urán duda, mira hacia atrás buscando referencias, y Vinokourov lanza el sprint aprovechando el despiste de su rival. El colombiano reacciona enseguida, pero ha cedido unos metros que serán claves. Ya no puede alcanzar al kazajo, que entra en meta alzando los brazos, y tiene que conformarse con una meritoria pero amarga medalla de plata. Por detrás, el noruego Kristoff encabeza el grupo perseguidor, consiguiendo la medalla de bronce. Así pues, doce años de ser superado en Sidney’00 por el alemán Jan Ullrich, Vinokourov volvería a un podio olímpico, ocupando esta vez el escalafón más alto.
Posteriormente, en rueda de prensa, anunciaría su retirada a final de temporada. Todavía disputaría la prueba de contrarreloj individual en Londres’12 y la Clásica de San Sebastián, finalizando 23º y 35º, respectivamente. De esta manera, catorce años después de su debut como profesional, pondría fin a su carrera deportiva.
Nacido como Alexander Nikolaivich Vinokourov en la gélida ciudad industrial de Petropavlovsk en 1973, “Vino” es el hombre que, al menos en el mundo del ciclismo, ha puesto Kazakhstán en el mapa. Un país de una extensión inmensa, antiguo campo de pruebas nucleares de la Unión Soviética y de unas condiciones climáticas extremadamente frías.
Con 13 años, el joven Alexander ingresó en la academia deportiva de Almaty con el firme deseo de convertirse en ciclista profesional. Allí, los alumnos compaginaban estudios y entrenamiento sometidos a un régimen espartano. Los exámenes médicos estatales mostraron que poseía unas capacidades extraordinarias para el deporte y pasó a formar parte de la selección nacional de ciclismo. El sueño de formar parte del pelotón ciclista profesional se acercó cuando en 1997 él y su compañero Mizourov, luego sustituido por Kivilev, fueron puestos a prueba en el equipo amateur francés EC Saint Etienne Loire, como paso previo a su incorporación al Casino-Ag2R.
Sus buenas condiciones motivaron su ascenso al equipo profesional en 1998, cuando pasó a formar parte de la plantilla de este equipo, de aspiraciones modestas y con tendencia a apostar por sus jóvenes talentos. La apuesta por Vinokourov sería un éxito a todas luces, logrando en el año de su debut la victoria en los 4 días de Dunquerque, en el Tour de Picardie, una etapa de la vuelta a Polonia y alguna que otra victoria parcial. Su segunda temporada también fue de un gran nivel, logrando ganar la general de algunas vueltas menores y, especialmente, de la Dauphiné Libéré.
Estos resultados no pasaron desapercibidos y los grandes equipos del pelotón internacional tratarían de incorporarlo a sus filas para la siguiente temporada. Finalmente, Vinokourov recaló en el poderoso Telekom, donde se encontraban figuras como Andreas Klöden, Jan Ullrich o Erik Zabel. Pese a su poca experiencia como profesional, su rol en el equipo no era el de un gregario, sino que debía llevar el peso del equipo junto a los nombres anteriormente mencionados. Su periplo por el equipo alemán duraría cinco temporadas (2000-2005) en las que conseguiría resultados como una plata olímpica, una Vuelta a Alemania, dos París-Niza, una Amstel Gold Race, una Lieja-Bastogne-Lieja, un Tour de Suiza, una etapa en la Vuelta a España, dos victorias y un tercer puesto final en el Tour de Francia, un podio en los Campeonatos del Mundo de Verona, un campeonato nacional en ruta de Kazakhstán y varias victorias en vueltas menores.
Esta etapa tan fructífera se vería empañada por el fallecimiento de su compañero en el salto a profesionales y amigo, Andrei Kivilev, quien durante la disputa de la París-Niza de 2003 sufriría una caída yendo sin casco que le produciría una fatal fractura de cráneo. Vinokourov le dedicaría si triunfo en la quinta etapa y en la general final: “He ganado por él y por su familia, es lo mínimo que podía hacer por ellos. […] Desde el miércoles por la mañana la carrera es para mí muy dura, la desaparición de Andrei es difícil de aceptar, sigue estando en mi corazón”.
Los éxitos de la etapa de Vinokourov en Telekom (luego T-Mobile) se ven también empañados por la sombra del dopaje. Pese a que ninguno de sus corredores dio positivo y a que Vinokourov ya había dejado el equipo, éste se vio seriamente implicado en la Operación Puerto al ser identificados varios de sus corredores, incluido su líder Jan Ullrich, por la Guardia Civil como clientes de la red de dopaje de Eufemiano Fuentes. Posteriormente, en 2007, se descubrió que durante el Tour del 96, el equipo había empleado un sistema de dopaje sistemático con EPO, que acabaría terminando con la victoria en aquel Tour de Bjarne Riis, quien más tarde admitiría haberse dopado. En una entrevista reciente con “L’ Equipe”, el director del equipo durante la militancia de Vinokourov, Rudy Pevenage, confesaría que Telekom/T-Mobile empleaba un sistema de dopaje similar al empleado por el US Postal, cuyo descubrimiento por parte de la Agencia Estadounidense contra el Dopaje (USADA) ha desembocado en la retirada de los siete Tours ganados por Lance Armstrong. “Todos queríamos la receta, lo mismo que Armstrong. ¿Por qué cayeron luego todos sus rivales de entonces, Botero, Beloki, Sevilla, Ullrich, Basso, Hamilton, Vinokourov? Querían hacer lo mismo que él, pero no contaban con los mismos medios y, sobre todo, no estaban tan protegidos”.
Volviendo al tema meramente deportivo, en 2006, Vinokourov decide dejar el equipo alemán e irse al Liberty Seguros – Würth Team, pues en T-Mobile no cuenta con la confianza de ser jefe de filas y poder aspirar a ganar al Tour de Francia. Con esta carrera en mente cambia, pues, de escuadra. Las cosas se torcerían con el estallido de la Operación Puerto, en la cual el director del equipo, Manolo Saiz, está gravemente implicado. Liberty Seguros retira su patrocinio y la continuidad del equipo peligra. Pero, motivado por la presencia en el equipo de Vinokourov, Kashechkin y dos corredores kazajos más, aparece el patrocinio del gobierno de Kazakhstán, que subvenciona al equipo, pasando a llevar el nombre de la capital: Astana. Pese a la entrada del capital kazajo, el equipo no puede participar en el Tour de Francia, ya que este le retira la invitación pese a tener licencia Pro Tour debido a la implicación en la Operación Puerto. Perdido así el principal objetivo de su temporada, Vinokourov decide centrarse en la Vuelta a España, la cual gana con una exhibición de poderío asombrosa, de la que dan buena muestra sus tres victorias parciales obtenidas. En el podio lo acompañarían el corredor de Caisse d’Epargne Alejandro Valverde, a 1′ 12”, y su compañero de equipo Andrey Kashechkin, a 3′ 12”.
El dúo kazajo del Astana parecía un claro candidato a la victoria final en el Tour de Francia 2007, pero las cosas se torcerían. Kascheckin comenzaría el año a gran nivel, alcanzando el podio en el Tour de Romandía y en la Dauphiné Libéré. Vinokourov también lograría algún triunfo parcial en la ronda francesa. El 7 de julio, daba comienzo la nonagésimo cuarta edición del Tour de Francia en Londres. Antes de la disputa de la primera etapa, el presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), Pat McQuaid, hacía las siguientes declaraciones, extendiendo la sombra del dopaje sobre Vinokourov por su relación con el polémico doctor Ferrari: “Un triunfo final de Vinokourov sería menos creíble en París”.
El desarrollo de la carrera y el paso de las tres primeras jornadas de montaña dejarían una clasificación que reflejaba que ni Kashechkin ni Vinokourov, afectado por una caída en la quinta etapa, estaban en condiciones de luchar por la victoria final, pues se encontraban a 5’34” y 8’05” del líder Michael Rasmussen. Su rol de líderes cambió para ser gregarios de lujo de Andreas Klöden, que estaba a 3’50” del maillot amarillo. La decimotercera etapa, una contrarreloj individual de 54 km en Albi, depararía una exhibición individual de Vinokourov, quien adelantaría al segundo mejor, Cadel Evans en 1’14”. Días después, saltaba la noticia. Alexander Vinokourov daba positivo en un control antidoping por supuesta transfusión homóloga al encontrarse en su muestra dos tipos distintos de glóbulos rojos. Él dejaría automáticamente la carrera y su equipo decidiría hacer lo mismo, retirándose. No sería el único escándalo en un Tour de Francia repleto de incidentes, que finalmente iría a parar a manos de Alberto Contador. Otros corredores como Alessandro Petacchi e Iban Mayo darían también positivo. Pero el culmen de esta espiral de polémicas fue la expulsión de el entonces líder, Michael Rasmussen, por parte de su equipo, el Rabobank, debido a que el corredor se había ausentado de dos controles antidopaje de la federación danesa.
Se caía un mito. El corredor que había asombrado al mundo con su combatividad extrema y que había llevado el nombre de su desconocido país por medio mundo estaba implicado en un caso de dopaje. El despertar del sueño kazajo en el mundo del ciclismo fue todavía más duro cuando, días después del final del Tour, Andrey Kashechkin dio positivo en un control realizado en un entrenamiento en Turquía. El equipo Astana se veía obligado a despedir a sus buques insignia y a emprender una remodelación que, beneficiándose del desmantelamiento del equipo Discovery Channel, traería a Johan Bruyneel como director y a Contador como jefe de filas. Los escándalos provocaron el veto al equipo en la Vuelta a España 2007 y en el Tour de Francia 2008.
Vinokourov se enfrentaba a una sanción de un año por parte de la Federación de Ciclismo de Kazakhstán, que despertó la ira de la UCI al ser inferior a la habitual de dos años estipulada por este organismo. El corredor intentó volver a competir a principios de 2009, pero la UCI vetó esa posibilidad. Finalmente, la travesía por el desierto concluiría el 24 de julio de 2009, acorde con un fallo del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), que reconocía que los dos años de sanción vencían ese día. Vinokourov volvió a la competición representando a Kazakhstán en el Tour de l’Ain, donde logró una victoria de etapa. Pasó a engrosar de nuevo las filas del equipo que él mismo había contribuido a crear, el Astana. Pese a las diferencias con el director, que en parte motivarían el abandono de Bruyneel y Armstrong para embarcarse juntos en el proyecto Radioshack, Vinokourov fue inscrito en la lista de corredores para la Vuelta a España. No sería capaz de finalizarla, abandonando en la duodécima etapa.
Estos pocos días de competición serían la toma de contacto y servirían de preparación para su primera temporada completa tras la sanción, la de 2010. En ella Vinokourov, ya con 37 años, alcanzaría unos magníficos resultados ganando el Giro del Trentino, la Lieja-Bastogne-Lieja y una etapa del Tour, además de lograr un segundo puesto en la Clásica de San Sebastián y una sexta posición en la general del Giro de Italia. Sin embargo, la sombra de la duda se cerniría de nuevo sobre él, pues se le acusa de comprar su victoria en Lieja pagándole 100.000 euros al ruso Alexander Kolobnev, quien llegó con él a meta, por dejarse ganar. Unos e-mails comprometidos entre Kolobnev y él, además de una transferencia de esa cantidad de dinero desde un banco kazajo a la cuenta del ruso son las pruebas existentes.
En 2011, conseguiría alguna victoria en parcial en vueltas Pro Tour, además de ser tercero en Dauphiné Libéré y ser top-10 en alguna clásica de las Árdenas. A final de temporada, anunciaría su retirada, pero de los puntos por él conseguidos dependía la continuidad del equipo Astana en el Pro Tour, así que decidió continuar un año más. 2012 parecía ser el último año de Vinokourov como ciclista profesional. Sus resultados a comienzos de temporada fueron muy discretos, pero entonces llegaron los Juegos Olímpicos. En un circuito diseñado a la medida de Mark Cavendish, la estrategia empleada por las distintas selecciones nacionales fue dinamitar la carrera para eliminar a este de la lucha por la victoria. Se formó un grupo cabecero en el que estaban corredores como Valverde o Cancellara. El suizo parecía ser el gran candidato a la victoria final, pero una caída en una curva dio al traste con sus aspiraciones. A posteriori, Vinokourov atacó y consiguió unos metros. El desorden en el grupo perseguidor le propició llegar solo con Urán a meta, a quien pudo batir para conseguir así su última victoria como corredor profesional.
Llegó entonces el definitivo anuncio de retirada del corredor, quien ahora será el director deportivo del Astana, siendo ahora el equipo más suyo que nunca. Para el recuerdo queda un palmarés de ensueño y la imagen de este gladiador kazajo: un corredor agresivo, espectacular, competitivo hasta el extremo, capaz de gestas como batir a todo un pelotón en la llegada a París del Tour de 2005. Pese a que existan sombras acerca de determinadas etapas de su carrera, lo que está claro es que “Vino” es uno de los grandes del ciclismo contemporáneo y el mayor estandarte de un país en el que la lucha es el deporte rey, pero cuyo rey del deporte es ciclista.