Mamá, no quiero ser crítico

Es cuanto menos extraño  ver como en los últimos tiempos la cantidad de cronistas, críticos y pseudo-entendidos en mil disciplinas han proliferado no solo en internet, sino en los medios convencionales y la prensa especializada.

Son críticos extraños, pues no valoran, sino odian. ¿Qué odian? Lo odian todo. ¿Por qué? ¿Y por qué no? Camuflándose bajo literatura barata y un rico vocabulario que les sirve para rellenar líneas donde transmiten su sabiduría a un público que parece recibirles gustosamente, que al final, acaban creyendo y asumiendo sin más lo que leen en el papel, como si en la constitución estuviera recogido. Alguno hasta olvida el recordar que tiene opinión propia.

Crónicas de conciertos que no relatan el concierto, sino la barriga o las entradas del cantante, que arremeten contra el público que va a las salas, que ningún disco es lo suficientemente decente; algo al alcance de sólo dos o tres grupos fetiches de la prensa… Luego no llenarán ni una sala esos maestros compositores, pero serán defendidos alegando que su música no es apta para todos los oídos, que hay que entenderla, que son pioneros (esta palabra me encanta).

Pero caballero, usted es igual, usted también critica, y mas aún, los critica a ellos” ¿Cómo no voy a hacerlo? Si poco a poco convierten en algo tan bello como criticar, valorar, analizar, entender… En un mero proceso de despotricar contra el artista, un proceso que parece convertirse en una pequeña liga, de un hipotético deporte, donde el que escriba la mayor blasfemia o la mayor gañanada, mas puntos obtendrá.

Es una pena para aquellos que adoramos hablar de música en todas sus vertientes, encontrarnos con artículos insanos, de gente que parece mismamente odiar lo que escribe. Algunos me han dicho que es una moda, que está de moda ser el malo de la película, el personaje que ya nada le sorprende y arremete contra todo como un búfalo encolerizado. Seré un anticuado y me habré quedado inútil, visto lo visto, preferiré vivir en un trastero rodeado de álbumes de cromos y demás utensilios, que por no tirar, guardamos bajo llave. Y luego cuando muera, que me lleven al monte y que me coman los lobos.

Mamá, ya no quiero ser crítico, no si para ello tengo que machacar el esfuerzo de otros en vez de comprenderlo, si para ello tengo que romper su obra pateándola por el suelo pudiendo descoserla para posteriormente entenderla… Uno puede ser franco, sin menospreciar el trabajo de otro, aunque parece que este acto, irradia ese morbo irracional que tanto gusta a la masa. Lástima.

Reincidentes durante un acústico en el Derrame Rock XVII (Ourense)

Texto y foto: Charlie Peartree