La dessinrazón catalana
Cataluña se separa de España. Bum. En plena cara. Ya está servido el debate. Desde que la noticia llego a nuestros oídos, somos testigo de un innumerable batiburrillo de declaraciones, más o menos afortunadas, por parte de todos los representantes de la sociedad. Y de los que no lo son. Desde políticos a empresarios, pasando por futbolistas o por mi vecino del quinto, todo el mundo se ha encontrado con la pregunta: ¿Y qué opina usted sobre lo de Cataluña? Y es que esto es España, y aquí se opina de todo. Tanto da que sea de fútbol, como de banca, como de la independencia catalana, todo el mundo sabe mucho más que el prójimo. Faltaría más, oiga.
Y uno, que a pesar de todo también es bastante español, dice, pues no voy yo a ser menos. Y opina, claro.
Pienso que los catalanes tienen razón y razones para separarse de España. A estas alturas de la vida, nadie le negará a Cataluña su estatus de nación con historia, lengua y cultura propias. Una nación de emprendedores y trabajadores, que ha sufrido muchos desaires en la historia de España por culpa del centralismo cerril (ideológico y administrativo) primero de la aristocracia y después de los políticos castellano-andaluces. Y ya en el siglo XX, una guerra y dos dictaduras. Una nación con un potencial económico y mercantil altísimo, que ha evolucionado mucho antes que el resto del país, al que ha llevado a rastras. Una nación con gente que se siente a disgusto dentro de España, que se siente vilipendiada y poco querida y que quiere, en fin, coger la puerta y adiós.
Bueno, pues adiós. Hay que dejarles marcharse. Primero porque es ético y moral, dejar que cada uno decida su forma de vida, y más en algo tan relevante. Y segundo porque Cataluña no se va a separar de España, porque si bien las razones no son mentiras, tampoco son verdades absolutas.
Al margen de comparaciones con otros casos, como por ejemplo Escocia (donde la intención de separación ha disminuido sensiblemente tras la aprobación del referéndum), o de múltiples análisis sobre el desastroso impacto económico que supondría para Cataluña, incluso al margen de que supondría la salida de la UE y el ponerse a la cola, Cataluña no se separará de España.
Y no se separará porque si Cataluña es una nación, también lo son las Canarias, el País Vasco, Andalucía o Galicia (y tampoco el estado central las ha tratado muy allá). Son naciones integradas en un estado, mediante un proceso complejísimo que ha dado como resultado la España actual (valoraciones aparte). Y los catalanes, que tontos no son, reconocen el valor y la razón de ser de un estado unido (más en el mundo actual) y no caerán en los intereses feudalistas de una oligarquía de políticos que quiere su propio terruño privado. Igual que los catalanes, todos sufrieron la guerra y las dictaduras, y todos fueron asesinados y reprendidos por más motivos que ser catalán, por lo que ese victimismo resulta casi ofensivo. En cuanto al tema económico, gran parte del crecimiento de Cataluña está cimentado en la fuerte inmigración que ¿sufrió? desde mediados del s.XX, y su potencial comercial está sustentado por un mercado donde vender sus productos, que es, mayoritariamente, el resto de España. Me gustaría saber cuanto duraría un Estado catalán que tuviera que asumir todas las competencias de gasto (defensa, asuntos exteriores…) y que tuviera aranceles para exportar sus productos a España y Europa.
Pero saliendo de las paupérrimas razones clásicas del separatismo catalán y de la inviabilidad económica de la independencia, existe un motivo mucho más evidente, mucho más definitivo, por el cual Cataluña seguirá siendo parte de España. Y es que Cataluña no se quiere separar.
Cataluña, los catalanes, no se quieren separar de España. Si no ya lo habrían hecho y yo estaría escribiendo un artículo… no sé, de fútbol. Porque para independizarse no se necesita ningún referéndum, ningún permiso de nadie, ningún reconocimiento de la ONU (si no miremos Kosovo, por ejemplo). Sencillamente, los catalanes desecharían la constitución y las leyes españolas, harían las suyas propias, marcarían la frontera y listo. Ya después hablarían con la UE y con todo el mundo. Pero claro, eso no es cómodo, no es fácil. Es sacrificado y costoso. Así que es más fácil que el señor presidente de la Generalitat monte este largo y esperpéntico cirio. Porque es más cómodo y fácil ponerse chulo exigiendo independencia y plantándole cara a papá Estado (en este caso Rajoy, pero podría ser otro) como el héroe del catalanismo, que escuchar que se hable en los medios y en la calle de los tropecientos millones que solicita al mismo Estado tan odiado y del que desea salir, una Cataluña arruinada hasta para pagar a plazos la estrella de la señera. Ojalá pueda hacer su referéndum. A ver si a los ciudadanos catalanes les preocupa más el himno y la bandera o el sonido de la bolsa.