Chano Rodríguez, a su manera

Sebastián Rodríguez Veloso “Chano” (Cádiz, 1957) es leyenda viva de la natación paralímpica. A sus 55 años, suma 16 medallas entre Sidney, Atenas, Pekín y Londres. Y confiesa haber perdido la cuenta del total de medallas entre mundiales, europeos y otras competiciones. Pero Chano no es sólo lo que es, sino también lo que fue. Un pasado que se acerca morbosamente al presente cada vez que consigue un nuevo logro. Porque Chano, antes de ser conocido como el “Phelps paralímpico”, fue terrorista. Militante del GRAPO (Grupo Antifascista Revolucionario Primero de Octubre), fue condenado a 84 años de cárcel por varios atentados con explosivos y por formar parte del comando que en 1984 perpetró el asesinato de Rafael Padura, a la sazón presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla. En prisión se mantuvo durante 432 días en huelga de hambre en protesta por la separación de los presos GRAPO, lo que acabó por dejarle parapléjico. Tras 10 años en la cárcel, obtuvo la libertad en forma de una silla de ruedas que lo acompañaría el resto de su vida. Después llegaron la venta de cupones de la ONCE y las páginas doradas de la historia paralímpica.

Una vida de errores y aciertos, de la que se ha escrito mucho pero casi nada escuchando al protagonista. Nos reunimos con él en Vigo, al sol del paseo marítimo de Bouzas, para conversar sobre estos y aquellos años.

 

 Chano, se te ve en mejor forma física que nunca. Más delgado, más fibroso. Es curioso, cuanta más edad, ¿mejor?

Claro, porque estos dos años hemos tenido que cambiar muchas cosas. El peso es relativo, quiero decir, a mí el peso me ha beneficiado y me ha perjudicado en Londres. Porque la grasa flota, y para nosotros la flotabilidad es primordial. No es lo mismo que tú, que vas nadando y dando manos y pies; yo, como no voy dando pies, si no llevo grasa los pies me bajan más. Pero bueno, mi objetivo no eran el 100 y el 200, y los he nadado y me ha costado un huevo, porque al no tener grasa las piernas se te hunden. Entonces era la lucha continua entre nutricionista, la biomecánica, el entrenador y el médico deportivo. Y yo, por otra parte, que insistía en perder peso. He perdido 16 kilos en dos años. Y había que perder 16 kilos sin perder fuerza, guardando el tono muscular y de una forma paulatina. Porque tú puedes querer perder peso y en dos días pierdes 5 kilos, pero hay que hacerlo de una forma controlada. Por eso he utilizado estos dos años. ¿Se me ve en forma? Hombre, evidentemente es más llamativo, tú ves los brazos y tal y es más llamativo. Hemos anulado toda la grasa periférica, el músculo es el que había, solo le hemos dado un tono más. Es la grasa que hemos quitado, es lo mismo que en las piernas, el pantalón ahora me sobra por todos lados (ríe). Es la grasa periférica, que ahora ganaré, no tanto, pero sé que irá a más. Para entrenar me viene bien. Este estado que tú me ves ahora, si aguanto, no llegará hasta Río. Ahora hay que engordar mínimo 10 kilos.

Ahora los rivales y el público ya te conocen. Pero en Sidney apareces de la nada, un competidor mayor que nadie se espera y que gana 5 oros. Una hazaña al alcance de pocos.

Sí, la verdad es que lo de Sidney fue algo que aún hoy ni yo mismo me lo creo. También es verdad que la natación es o, más que la natación, el agua ha sido el eje de mi vida. En todos los aspectos. Yo nací en Cádiz y desde dónde yo vivía a la playa había muy poca distancia. El primer recuerdo que tengo yo del agua, no sé que edad tendría, dos o tres años, es en la orilla con un cuñado mío tirándome al agua. Claro, yo lo visualizo y me parece que me lanzó lejísimos. Ahora lo pienso y digo, por muy lejos que me lanzara serían tres metros, no más. Siempre lo digo, en mí surtió efecto, pero no es ningún método pedagógico, yo no se lo recomiendo a nadie. Mucha gente en la piscina dice “bah, tira al niño”, y yo digo no lo hagas nunca. El agua siempre ha sido mi elemento. Antes de ir a Sidney estuve muchos años jugando a basket también. Y cuando llegué al mundo paralímpico, al presidente del club, Paulo Beiro, le decía “joe, baloncesto sí, pero a mí lo que se me da bien es la natación”. Siempre he nadado, no a este nivel pero siempre se me dio bien. Y el tío me decía que no, me tenía jugando a basket sin hacerme ficha de natación. Hasta que un día me puse y le dije “no mira, basket está muy bien pero ya vale”. El tío me quería en basket por la altura, por la forma de pelearme, por no dar por perdido un balón y todas esas cosas. Y me puse a nadar en el año 95, y a finales ya fui al primer campeonato de España y ahí empezamos. No surjo de la nada, a nivel internacional antes de ir Sidney tuve que ir a dos europeos, no era un totalmente desconocido. Desconocido era el tema que no se esperaban.

Fue una explosión de popularidad que trajo algo más.

Claro, estaba el tema ahí. No se lo esperaban porque mi edad ya en aquel tiempo no era lo normal.

Compites contra chavales de menos de 30 años.

Menos, qué va, menos. El brasileño, Díaz, tiene 23 años y el americano, Perkins, tiene 21. Somos los tres que estamos ahora en el podium. Y yo con 55, voy a cumplir ahora 56.

A Río casi con 60.

Casi sí, ya más cerca de los 60 que de los 59. Y yo cumplo en febrero…

Fue después de Sidney cuando hubo el clamor para que te quitasen las medallas, algo que no está todavía muy claro ¿qué hay de cierto en eso?

Bueno, ahí estuvo un periodista de El País que sacó un artículo que se llamaba “De la cárcel al podio”.

Es muy curioso, casi todos los titulares que se le ponen a tu historia siguen la misma estructura “de la cárcel al podio”, “de la guerrilla a la natación”.

¡Aún hoy, aún hoy! Aún es así. Y ese periodista luego fue boicoteado por sus propios compañeros, que no le dejaron entrevistarme en Peinador. Le montaron un cristo de cojones. Y yo no había dicho nada. Porque él dijo cosas que no eran verdad, él dice que yo oculté. Yo no he ocultado nunca nada.

¿Simplemente no te preguntaron?

No, no, no. Todo el mundo sabía que yo había sido del GRAPO. Para hacerme mi clasificación, para la natación, me lo preguntaron. El deporte paralímpico va por clasificación, y para hacerla tienes que explicar por qué estás así. Todo el mundo lo sabía a nivel internacional, y a nivel nacional. En más o menos profundidad pero todo el mundo lo sabía, no es nada nuevo. Y este hombre sacó ese artículo y se montón aquí en España… se montó no, se montaron ese follón. Porque igual si no llego a conseguir medallas no pasaba nada, pero claro, les chocó mucho. Y en Sidney se montó un revuelo grande porque claro, yo sigo en libertad condicional todavía, no tengo nada. Pido un permiso a la Audiencia Nacional y ellos me lo dan. Así a nivel de archivo policial de Interpol no sale nada. Si no, ponen una orden judicial en busca y captura. Yo puedo salir, y claro, salí en Sidney y los titulares nacionales eran “Hemos tenido un terrorista aquí y no lo sabíamos”, se echaban las manos a la cabeza, un revuelo… Ahí estaba Miguel Segarra, que ahora está dentro del Comité Paralímpico Internacional, y él se tuvo que aguantar el chaparrón. Sí que hubo, hubo peticiones formales para quitarme las medallas; a mí nunca me llegaron, porque tampoco me van a llegar, pero sé que hubo una intención.

¿Y en qué se fundamentaban las peticiones?

Es que es eso, no hay nada. Cuando me dieron las medallas, el Comité Paralímpico Internacional dijo que no había nada, que yo no había incumplido nada. Yo no he mentido en ningún momento. Incuso cuando me hicieron la clasificación internacional, que la tuve que repetir varias veces, yo siempre dije la verdad.

Igual hubo que repetir varias veces porque el tuyo no es un caso muy común.

Es que hay que certificar que realmente tienes la discapacidad que tú tienes. Por ejemplo, a ti te ve nadar un país y te puede reclamar, decir que quieren hacer una nueva revisión. Ellos pagan y te hacen una revisión. Me la hicieron varias veces, por eso no hubo nada. No he hecho nada ilegal, mis papeles, mi pasaporte es legal. No tiene ningún sentido que quisiesen quitármelas. ¿Que lo pidieron? Sí, sé que lo pidieron, yo creo que más que a nivel internacional fue alguna organización de extrema derecha de aquí, pero es que esos siguen igual, luego te vas a ver y son cuatro. Hoy con internet parece que son la hostia y detrás de esa hostia hay a lo mejor dos o tres tíos.

Primero en Cádiz, luego en Vigo, pero siempre en el mar. Hasta el punto de hacer travesías de 25 horas a nado. ¿No es un tipo de desafío impropio de un velocista?

Es mi gran batalla con los técnicos. Aquí en Vigo hay una reivindicación de hace muchísimos años para que se construya una piscina olímpica donde se puedan celebrar eventos importantes. Yo cuando empecé con las travesías veía que mi vida deportiva se acababa y que toda la gente que me apoya en Vigo no podía verme nadar. De ahí surge la idea de hacer travesías: si no me pueden ver nadar, nado allí. Como bien dices, es antagónico a lo que yo hago, y mi pelea con los técnicos. Pero en este aspecto soy muy cabezota, si yo creo que tengo que hacerlo lo voy a hacer, te pongas como te pongas. Intentaré hacerlo lo mejor posible, y siempre que no cuadre con una competición importante. Prepararme para la travesía puede llevarme nadar 8 horas en la playa sin salir del agua. Es algo que me pone como un tanque, pero me quita velocidad.

 

En la última que has realizado, la de las 25 horas (vuelta a la Ría de Vigo), estableciste un récord, pero no se pudo homologar.

Sí, no hay nadie que lo haya hecho. No se pudo homologar porque necesitábamos alrededor de 9000 dólares para que vinieran los de Guiness aquí. Yo no estaba dispuesto a gastar ese dinero.

¿Alguien posee algún récord oficial que se aproxime? Porque se ha hablado de que David Meca sí tenía el récord.

Él tampoco tiene nada homologado. Él tiene la travesía que hizo Jávea-Mallorca, pero eso está sin homologar. De hecho, cuando le hicieron varias entrevistas al tío lo pillaron en varios renuncios. Si pones en internet “las mentiras de Meca” te salen carros y carretas. Pero ésto no es nada contra él, porque mucha gente ha querido intentar crear una rivalidad entre nosotros. Él que haga lo que le salga de las pelotas. Yo un día le pegué una collejita, porque cuando yo hice la travesía Ons – Vigo, al año siguiente alguien lo contrató, no sé si fue la Xunta o algo así para hacer la misma travesía. Él me conoce personalmente, porque hemos coincidido cien mil veces. Entonces cuando le propusieron hacer eso, él en vez de decir “oye no, que eso ya lo hizo Chano” dijo “eso no, que ya lo hizo un minusválido”, porque luego la organización me lo dijo, y me sentó como una patada en los huevos. Primero, porque él sabe distinguir lo que es un paralímpico de lo que es un minusválido, lo sabe perfectamente porque es un tío que nos conoce a todos. Y segundo, que no menosprecie. Él no podía hacer eso, porque eso no era nada, eso ya lo había hecho él. De hecho, David hace todo, pero no hace el récord de nada. ¿El récord de qué? El récord de nada, porque es algo que nadie ha hecho. Tú bates el récord de algo cuando alguien lo ha hecho. David siempre hace todo lo que no ha hecho nadie, y luego lo vende como el récord.

Ya que hablamos de Meca, él parece el nadador antagónico a ti. Siempre más cerca de la escena, con más gusto por los focos ¿no?

¡Sí hombre! En eso hay que quitarse el sombrero, es el tío que ha ganado más dinero en España viviendo del agua. Es el hombre anuncio, nosotros le conocemos así. Tú puedes preguntarle a cualquier deportista por David y te lo dirá. Bueno, David es David, no hay que quitarle mérito pero que tampoco nos lo quite él a nosotros.

En las travesías, dices que cuando vas al límite sólo piensas en dar “un poquito más”. En ese “poquito más”, ¿todo lo anterior empuja?

Es que si no no podría llegar. Es que yo en esas 25 horas tuve que echar mano de todo. Pero de todo, de todo. Desde la época en la que estaba aislado en una celda de 3×2 sin un libro ni nada, hasta a mis pasos por comisaría, sin entrar en más detalles. Es que tienes que recurrir a todo. El frío era tan grande que acaba convirtiéndose en un frío interior. El organismo baja tanto la temperatura que roza casi la hipotermia, por eso tuvieron que ingresarme cuando terminé. Echas mano de todo, yo recuerdo visualizar perfectamente, mientras nadaba, a mí mismo tumbado al sol y sintiendo el calor en la piel. Cuando iba nadando de noche muerto de frío, mi cabeza no estaba pensando en eso, solo visualizaba el calor. Visualizarme tumbado en la hierba jugando con mis perros.

Es una fuerza mental impresionante, ¿siempre ha sido así o se ha ido forjando con los años?

Evidentemente, yo creo que las experiencias que vive cada uno son las que te hacen débil y fuerte a la vez. Creo que eso depende de cómo tú quieras utilizarlo, serás capaz de llevarlo de una forma u otra. Es el cúmulo de experiencias que tiene todo el mundo. Intento que no se vea como un súper algo. No, no soy súper nada. Soy como cualquiera, sólo que mi vida ha ido por un camino y ha ido dando pasos. Yo en las charlas que doy intento que los chavales me vean normal, porque si no me ven normal siempre dirán lo de “éste ha conseguido esto pero yo no llegaré nunca”. Cuántas broncas he tenido yo con familia de gente minusválida, porque lo primero que hacen cuando voy a verlo es decir “mira, aprende de Chano”. Por favor, es que van a hacer que la persona me odie, que piense “este cabrón de Chano, a ver si se muere ya y me deja de dar la paliza” (ríe). Él es él, y a lo mejor va a tocar el violín muy bien, o el piano, o a escribir genial; y yo no sé hacer la o con un canuto. Yo creo que hay que restar, si a Einstein lo tienes como que fue increíble, bueno, a ver, es que Einstein fue increíble, pero era un tío normal, con las mismas necesidades fisiológicas y emociones que las tuyas. Todo el mundo puede romper la barrera y llegar ahí. No somos únicos.

De todas formas, la tuya es una vida atípica. Con tan solo 16 años te embarcas rumbo África, ¿qué buscabas?

Bueno, yo trabajaba, porque lo de estudiar se me daba fatal. Trabajaba en un taller de reparación naval. La vida aquí era muy limitada, y en Vigo todo el mundo vivía del mar. El mar estaba para todo, tanto para la gente de tierra como para la gente de mar. Lo normal antes era emigrar o irse al mar. A mí me apetecía correr aventuras.

A lo mejor tendremos que volver a esas salidas.

Sí, lo malo es que el mar ahora ya no es una salida. Mi padre trabajaba en ese mundo y lo tuve más fácil, pero también cuando quise hacerlo por mi cuenta sabía a dónde tenía que ir y al día siguiente ya estaba en el barco. Hoy eso es más complicado.

A Namibia, con 16 años. ¿Un shock cultural?

Sí, desde luego. Yo ya llevaba mis revistas que aquí de aquella ya eran legales, estamos hablando de los años 70. Yo recuerdo cuando llegamos allí, en el puerto, allí era pleno apartheid, entonces venía la policía portuaria y todo lo que fuese alcohol, libros, revistas… todo lo que allí fuese ilegal había que encerrarlo. Solo te podías quedar con un cartón de tabaco y con una botella de whisky. Y bueno, a mí se me ocurrió dejar todo en mi camarote. ¡Cuándo llegó la policía! Estuvieron a punto de llevarme preso. Afortunadamente, el barco era de la empresa en la que trabajaba mi padre y el capitán pudo interceder. Tenía revistas, publicaciones políticas que aquí eran legales ya, igual llevaba La hoz y el martillo y cosas así, algo de izquierda era, evidentemente. Un libro de Machado también… no era nada especial.

Y cuando vuelves a Galicia te encuentras con la “piedra de toque” de tu vida.

Sí, sí. Bueno, yo llego aquí y empiezo a estudiar náutica, y en ese camino entro a la mili. Luego vuelvo y me voy a Sudáfrica, también al Gran Sol. Y entre medias de eso surge ya lo que era la gran convulsión política aquí que es cuando muere Franco. Había cien mil partidos, cien mil cosas. En el 79 creo, es cuando detienen a un hermano mío.

Por el GRAPO.

Sí, y a partir de ahí es cuando yo conozco todo este mundo. Pero siempre en el mundo de la solidaridad. Está tu hermano preso y le vas a llevar comida, llevas en el coche algún familiar… y poco a poco empieza todo eso. Ahí dejo de navegar, y empieza ya lo que es todo el movimiento.

¿Pero seguías trabajando o estudiando?

Sí, yo trabajaba hasta el último momento. Hasta antes de irme al GRAPO yo he trabajado siempre. Y ahí empieza todo lo que ya puedes saber de aquella época. Y en esa época, del 79 al 89, hay un montón de detenciones…

Te detienen varias veces antes de marcharte.

Sí, seis o siete veces.

 

¿Te detuvieron siete veces antes de marcharte a Barcelona?

No, no, cuando yo digo marcharme… Bueno sí, tú lo dices Barcelona. Antes de marcharme, es cuando digo: “bueno, ya no me detienen más. A partir de ahora si me detienen que sea…”

Hasta el final.

Sí, hasta el final. Vivir en casa era insoportable. Quiero decir, cuando sonaba el teléfono ya nunca sabíamos si era un amigo de verdad o si era la Policía. Porque antes de venir a detenerte llamaban por teléfono y decían: “Oye, ¿está Chano?”. Claro, mis hermanos y mi madre decían pues sí o pues no, pensando que era un amigo. Cuando yo iba a coger ya habían colgado. La primera vez no, pero a partir de después, todo el mundo cuando sonaba el teléfono estaba ya en tensión. Y si preguntaban por mí ya cágate lorito. Esto no es algo que tú puedas decir así, porque es tu palabra contra la del sistema. ¿Cómo demuestro yo lo que hacían o dejaban de hacer en comisaría? El único hecho real es que yo entraba, me detenían, estábamos quince días o diez con la ley antiterrorista y luego cinco días o unas semanas en prisión, porque eso iba a la Audiencia Nacional. Hasta que no resolviese la Audiencia Nacional no te soltaban. Y de hecho es que era entrar, quince días y a la calle, entrar, quince días y a la calle. La gente decía “imposible ¿un tío tan peligroso tan peligroso y saliendo cada quince días?”.

¿Las detenciones venían por actos justificados?

No, no. El sistema policial antes era eso, ahora han cambiando los métodos. Antes cuando intuían o veían algo, hacían una redada y lo que ellos pensaban que estaba relacionado… Es igual que en Euskadi, allí en aquella época las detenciones no eran de uno ni de dos, detenían a lo mejor medio barrio, cuarenta o treinta personas… y de esas personas iban descartando y luego dejaban a todas en libertad. O a lo mejor quedaba uno. Era el sistema. Yo como me movía en el entorno de los presos del GRAPO, del PCE(r), gente de ese nivel… Los más activos, los que nos movíamos más, pues esos todos para dentro. Y la última vez nos tuvieron 6 meses ¿eh?. La cárcel…

Entonces ya conocías la cárcel antes de la condena larga.

Bueno sí, conocía Coruña y Vigo. Pero es que lo otro ya fue Carabanchel. Era un nivel diferente. Ahí fue ya diferente, dije “aquí ya se acabó”. No ves nada, en aquel momento yo sólo veía una salida. Y luego te das cuenta de que no es verdad.

Es el sectarismo del movimiento.

Sí. Pero tú tienes que ser capaz de discernir. Tienes que ser capaz de ver que no era todo eso. No eres tú mismo. Por eso yo en alguna ocasión he dicho que yo quiero ser yo mismo. Por eso la canción de “a mí manera” (hace referencia a una leyenda que aparece en una de sus camisetas). Vale, yo puedo matarme, pero porque lo pienso yo. O voy a actuar así porque lo pienso yo, no porque tú me digas lo que debo hacer. Es lo que yo intento decirle a mis sobrinos, a mi gente, sobre todo a la gente joven: hagas lo que hagas, que sea porque tú lo quieres hacer. Porque tienes que tener la personalidad. La droga está ahí, el tabaco está ahí, el alcohol está ahí. Yo fumo si yo quiero, y tengo que tener la personalidad suficiente para decir no. No dejarte llevar. Entonces, en ese movimiento (GRAPO) es lo que tú me dices, es lo que había. Y te dejas llevar. No justifico nada. O sea, lo hiciste, la cagaste y punto. Y no quita.

 

¿Hay un arrepentimiento previo? Digamos, una duda, un momento en el que uno se da cuenta de que está escogiendo un camino que no es el correcto.

No, tú piensas que quieres cambiar el mundo, que es la única forma que hay. Y estás dispuesto a dar tu vida. O sea, no vas a vivir genial. No es que te vayas a vivir en un chalet… no, no, tú vas dispuesto a pasar miseria, a que te peguen, a pegar, si llevas una pistola estás dispuesto a que te peguen un tiro también. No es una vida de lujo, no es una vida suntuosa. No, al contrario, es una vida de sacrificio. Evidentemente, equivocada.

Esto que me cuentas no se lee en ningún artículo o reportaje que hayan escrito sobre ti, y no será porque hayan escrito poco sobre tu historia.

Claro, porque esto no lo he dicho. Una editorial me ofreció escribir un libro, es un proyecto que está en stand-by. Es muy complicado. Ellos querían que yo lo escribiese pero, ¿qué voy a escribir yo? Eso no tiene ni pies ni cabeza. Primero, yo no tengo ni idea. Te dicen “eso es muy fácil”, ¡será muy fácil para ellos! Es que es imposible, entre vender el cupón de la ONCE, los entrenamientos y la vida social, no de fiesta, sino de atender a la gente que te viene, estas cosas que te vienen todos los días. Es imposible, no puedo. Y es que no es mi profesión. Yo me puedo poner a escribir, y me pongo delante del papel y me pierdo, ¿qué pongo? Hablar hablo por los codos pero luego me pongo y no es lo mismo. Está en stand by. También es que nos cuesta mucho trabajo. Cuando digo nos cuesta digo a nivel social. No podemos hablar, si no podemos todavía hablar de la Guerra Civil abiertamente, ¡si no se puede hablar de eso todavía! Cómo vamos a hablar entonces de algo que aun está latiente, que hace 30 o 20 años. Es imposible, aún hay presos, aún el movimiento no está cerrado. No es como ha pasado en Irlanda por ejemplo, que sigue ahí pero la herida ya está cerrándose, está cicatrizando porque se han dado pasos, se han disuelto. Siempre va a haber brotes pero… Aquí esto todavía no se ha dado, aquí está ETA, está el GRAPO…

La última víctima del GRAPO es de 2006.

Si te digo la verdad, me preguntas y no tengo ni idea. Pero quedan presos, hay un montón de gente presa. Bueno, yo de esta parte actual no te puedo decir nada. Desde el 94 que salgo no sé nada. En el 94 aún me movía a nivel de presos y tal. Pero en el 95 las cosas ya no… no es que no las viese igual, simplemente pensaba que por ese camino no llegábamos.

¿Es fácil llegado un momento decir eso?

No, no, eso son años y años. Ten en cuenta que tú tienes que dejar atrás muchas cosas, es gente que ha compartido contigo todo. Todo, cuando digo todo es tu vida. Y en las cárceles, las veces que hemos estado, los años que hemos estado aislados… No es fácil. No llegas a esa conclusión de la noche a la mañana, lo mismo que yo no llegué de la noche a la mañana a decir un día “como se me da bien nadar, voy a ser campeón paralímpico”. Yo siempre digo, y mi vida siempre ha sido así, como la de todos, vas peldaño a peldaño, subiendo escalones tanto para unas cosas como para otras. Es una cuestión progresiva. Ahora por ejemplo, todo el mundo me pregunta: “¿Vas a ir a Río 2016?”. Bueno, mi intención es llegar a Río, pero es que antes de llegar a Río, estos cuatro años tienes que ir haciendo un escalón y otro y otro. Yo puedo desear llegar a Río, pero a lo mejor el cuerpo no me aguanta, o a lo mejor no doy los tiempos que me piden, porque esto no es una cuestión de querer. Es querer y poder.

Alguna vez has dicho que los presos no están solo en las cárceles, que todo el mundo se siente preso alguna vez. Ya antes de ir a la cárcel, en la clandestinidad, ¿era una forma de estar preso?

Sí, porque ya no eres tú. Es una fórmula paralela a tu vida. Y cuando digo “todo el mundo está preso” es porque realmente es así. Tú puedes estar preso de tus sentimientos, de tu trabajo, de tu enfermedad… Hay muchas formas de estar preso. Yo lo he dicho en más de una ocasión, yo estando preso me he sentido más libre que muchísima gente, porque creía en lo que estaba haciendo.

Y la familia, ¿está al margen o sabe lo que está pasando?

Hombre, no saben, no necesariamente. Pueden intuir algo, pero no llegan a saber nunca donde estás realmente. No digo que todo el mundo sea así, hay familias que lo sabrían y otras que no.

La cárcel. Has dicho: “Carabanchel era otro mundo”.

En Carabanchel en aquella época había un muerto por día. Era la tercera galería de Carabanchel…

¿A los acusados de terrorismo os aislaban como se hace actualmente con los etarras?

No, ¡qué va! De ahí la huelga. No había problema en que nosotros fuésemos a tener problema con otros presos, ni mucho menos. De ahí viene la huelga de hambre, de ahí viene que yo esté en silla de ruedas, porque hay un momento en el que la política penitenciaria cambia. De tenernos a todos juntos en una cárcel pasan a intentar romper ese movimiento. Cambia la política europea, cambia la política penitenciaria y antiterrorista española. Y lo que hacen es decir “no, estos no pueden estar juntos, estos hay que separarlos”. Y de ahí viene la separación, pero no nos separan ni nos ponen aislados porque tengan miedo de que un preso me vaya a agredir a mí. Eso no es verdad, es mentira. Puede haber en algún momento un gilipollas que haya dicho eso, pero eso no te lo dice el Ministerio del Interior. Nunca, porque saben que eso no es así.

432 días de huelga de hambre.

Sí.

Según has contado alguna vez, eras capaz de tocarte la columna vertebral a través del estómago.

Sí, bueno, eso es algo que… el ser humano es así. Y yo creo que tiene que ser así.

Pero se sigue recurriendo a esta fórmula. El caso más reciente es el de Bolinaga y otros presos.

Sí, sí. Hombre, es el único arma que tienes, en el último extremo. Lo único que tienes para defenderte o para denunciar algo. Método más pacifista que ese no lo hay. Pones en riesgo tu vida, no la de los demás.

Lo que más llama la atención es que después de todo, dices: “yo he tenido suerte, porque me he quedado en silla de ruedas”.

Bueno, pero es que hubo compañeros… Hubo uno que murió, Sevillano. Y otros compañeros han quedado fatal. Les ha afectado al cerebro, no me acuerdo qué enfermedad porque tiene un nombre muy raro. No pueden andar, no pueden hablar. Algunos pueden andar, pero es como si estuvieran borrachos. De hecho yo cuando he visto a alguno, lo dejas aquí solo y cualquier persona piensa que está borracho, porque no tiene equilibrio, la forma de hablar… Y luego, gente que a lo largo de estos años le han venido saliendo enfermedades que no tienen nada que ver. Yo toco madera, estoy en la puta silla de ruedas y nada más. También es verdad que es lo que te dicen los especialistas, esto es algo que no está estudiado, hemos sometido al organismo a un estrés que habrá organismos que respondan bien y otros que mañana te puede dar un infarto, el hígado… No saben los médicos, no saben. Pero bueno, eso es algo que ya está ahí, y no hay nada más.

La Transición fue un momento complicado en varios niveles, desde al político al social. Aquella juventud lo vivió especialmente. Hoy volvemos a pasar por momentos complicados, y parece que los jóvenes tienen un futuro incierto ante sí.

Yo soy muy optimista. La humanidad nunca va para atrás. Quiero decir, si sale todo esto es porque tenemos que ir hacia delante. Si no, insisto, estaríamos en las cavernas. Todo movimiento social, el ser humano en sí… Después de la Segunda Guerra Mundial fueron momentos muy malos, pero después vinieron momentos muy buenos. Lo que hay de conexión entre aquel movimiento y este es lo que es: una juventud, falta de trabajo, falta de libertades en algunas ocasiones. Y la respuesta social que está habiendo, evidentemente. Es que antes había unas salidas que hoy no las tienes, antes te ibas al mar o emigrabas a otro sitio.

Por un lado, dices que el hombre no está hecho para ser preso, y por otro pareces la viva imagen de la cárcel como instrumento reintegrador. ¿La cárcel reintegra o la persona se reintegra?

La cárcel, todo el mundo lo sabe, incluyendo especialistas y criminólogos, es antagónica. Como las galeras lo fueron en su día. Antes no había cárceles, antes te mandaban a galeras. La cárcel es antagónica al ser humano. Lo que pasa es que ahora mismo a nivel internacional no se le ve otra salida. Cualquier trabajador social que trabaja en la cárcel sabe perfectamente que la cárcel no reintegra, no reinserta. Puede haber casos, digamos, que se intentan. La cárcel no es el problema, el problema es la sociedad en sí. Yo siempre lo digo, en vez de construir cárceles hay que construir barrios con centros culturales para dar educación. Si tú tienes educación, la vida es otra cosa. Yo a la gente que he conocido en la cárcel, desgraciadamente, la cultura que tienen, poca o mucha, la han cogido allí. Tú no ves abogados en la cárcel, no ves ingenieros. Puede haber uno, que en un momento determinado se le cruce y pegue una puñalada, pero no es lo habitual. La población de la cárcel no es una población culta. La gente que forma la población penitenciaria es la parte más marginal de la sociedad. Otra cosa ya es, que hoy por ejemplo, si vas a 200 con el coche te meten preso, que le metas una puñalada a un chaval y te metan preso… eso es puntual. Pero el mogollón que está allí no. Lo que hay que construir son escuelas. Y esos barrios que hay, que siguen existiendo y que ahora más, lo que hay que darles es cultura.

¿Por eso te vuelcas con tantas asociaciones y colectivos no solo relacionados con la discapacidad?

Sí, yo he dado charlas desde en Centro Reto a asociaciones de ludópatas. Y yo mismo me lo he planteado cuando me lo ofrecían, ¿qué pinto yo con un ludópata? Luego te das cuenta y dices, pues sí. Porque el ludópata busca unas sensaciones que tú le puedes dar, te ve a ti, ve que te echas para delante… Y el deporte, digamos que el deporte es algo más que deporte, el deporte es cultura, es una forma de vivir. Nosotros somos química, y el deporte genera química, endorfina, que es heroína pura. Es lo que yo le decía a los chavales: ponte a jugar un partido, como quieras, y eso es como un chute de heroína. Claro, no es lo mismo, el chute de heroína lo metes y te quedas ahí gilipollas, pero claro, tienes que habituar al cuerpo. De hecho yo ahora tengo mono de los entrenamientos, y te pega el bajón después de estos cuatro años de duros entrenamientos. Y es un bajón que puede llegar, si no lo controlas, a ser depresivo, porque llegaste a una meta, se terminó, se termina todo, y encima no generas la endorfina que tú generabas todos los días con los entrenos. Al principio yo me quedaba acojonado, decía “¿pero qué me pasa?”. Hasta que te das cuenta y te explican por qué. Yo me presto a estas charlas y a todas las que puedo, yo creo que no puede haber nadie que diga que no he ido. Porque creo que es el futuro, los chavales.

¿Vives poniéndote metas?

Sí, bueno, de una forma u otra. La psicóloga deportiva me riñe, porque cuando yo le digo que soy como cualquiera, me dice “no, no es así”. Pero todo el mundo nos ponemos metas, lo que pasa que cada uno a su nivel. Tú te pones tu meta de estudiar porque quieres tener una buena vida, y yo me pongo mis metas. Por ejemplo, ahora me falta la travesía Sálvora – Vigo. Bueno, pues es una meta. ¿Llegar a Río? Pues es una meta, pero todavía tengo que cumplir muchas otras. El problema de cuando no tienes retos, es que acabas terminando en la apatía, vegetas. Y llegas a la apatía y dices “joe, es que no hago nada; me levanto, voy a trabajar, me peleo en el trabajo, voy a casa…” Bueno, eso mismo, le das una vuelta y eres un hombre feliz. Con independencia de que el trabajo sea una mierda, con independencia de que el trabajo te agobie. Pero tienes que tener esos 5 minutos al día para ser feliz.

Hay una televisión portuguesa que hizo un documental sobre ti y lo tituló: “Ni ángel, ni demonio”. Y yo te pregunto, ¿entonces qué?

Bueno, pues una persona más, con sus errores y con sus aciertos. Evidentemente, eso nos da para tomarnos unos whiskys y hablar toda la noche y todo el día. Claro, en mi vida se condiciona todo a un año, porque realmente lo que pasó en ese año, o sea, el atentado contra ese hombre, contra Padura, eso está ahí, es irremediable.

Aun no estando claro, nunca has querido caer en el “he sido yo o ha sido otro”. Proclamas que la responsabilidad es la misma para todos, estuviesen o no.

Claro, ése es el tema.

Pero alguien podría aprovecharse y decir “yo no he hecho nada, yo no fui el que lo hizo”.

Claro, pero eso no es verdad. Yo no entro en esa dinámica. Yo en el 84, cuando me fui, era consecuente, era consciente de lo que estaba haciendo. Otra cosa es que no supe ver que había más vías, las circunstancias te van cerrando y te van llevando a ello. Hubo gente a la que le dijeron lo mismo que a mí, y se quedó en casa. Yo tiré para adelante, por mi carácter, por mi forma de adquirir el compromiso.

¿Hubo quién al final lo negó todo? Esa hubiese sido otra salida.

Sí, sí, exacto. Pero yo no. Yo he estado ahí. Y yo admito mi parte de responsabilidad. Yo nunca voy a decir… el que quiera saberlo que coja el sumario y que vea donde estaba yo y donde no estaba, porque eso es un atestado policial y está en la Audiencia Nacional. Yo no voy a decir “yo estaba aquí, yo estaba allí”. Yo estaba, en estos meses yo estaba en tal sitio, con lo cual, aunque el atentado hubiese sido en la otra punta de España yo soy tan responsable como el que lo hizo. Porque yo estaba ahí, integraba esa parte. Por eso siempre lo digo, decir otra cosa es una chorrada. Ni ángel, ni demonio, una persona y unas circunstancias. Por eso estamos aquí, porque estoy seguro de que si no hubiese habido esos errores, pues yo no estaría ni aquí. Mi vida hubiese sido diferente. Y ahora me preguntaban, a nivel internacional, “bueno, ¿a ti qué te mueve? Pues hay una parte que es real, y que no lo he dicho nunca, pero que está ahí… es como, ¿por qué tantos retos?¿por qué a tus casi 60 años dices que vas a intentar llegar a Río? Bueno, pues es una parte de devolverle a la sociedad, entre comillas, ese daño que yo haya podido hacer. Y si eso lo puedo devolver yendo a charlas y estando con gente joven en estas circunstancias que estamos viviendo ahora mismo que pueden llevar a muchos chavales a que sólo vean una salida que no es verdad. Si yo puedo evitar que otro caiga en lo mismo en lo que yo caí, pues ahí estoy. Por eso estoy aquí contigo, por eso estaré mañana en Porriño y por eso estoy donde me llamen. Es así.

Fotografías: Chano Rodríguez