Apple Mini
Voy a ser muy sincero: Este artículo se iba a llamar “La verdadera muerte de Steve Jobs”. Pero Apple consiguió sacar un producto más decente de lo que se esperaba, y encima nos emitió el evento en directo por streaming (algo que no sucedía desde la presentación del iPhone4 en junio de 2010). Apple se ganó evitar este duro titular por parte de Compostimes. Todos sabemos que una crítica negativa desde este periódico provocaría una gran caída en bolsa de las acciones de la manzana.
Los rumores en los días anteriores daban a entender que el nuevo iPad (apellidado Mini por su tamaño más reducido) iba a marcar la entrada de Apple en el mercado de la gama media. Este hecho provocaría, un año después de su muerte, el verdadero entierro de la filosofía de su fundador. Fue un hombre que repitió hasta la extenuación que lo único importante es el producto, hacerlo lo mejor posible. Con este iPad Mini se ha dejado de lado esta preocupación y se ha puesto por encima la necesidad de cubrir un nicho de mercado. Al final este nuevo aparato (del que hablará mi compañero Alex) no es tan insípido como se esperaba, pero sí ha sido la conversión de Apple en una empresa un poco peor. Apple ha evolucionado en Apple Mini.
Las tablets aparecieron hace más de 10 años, pero hasta la aparición del iPad en 2010 a ninguna empresa le dio por producirlas en masa. Fue tal el éxito, que se empezaron a fabricar no sólo competidores directos del mismo tamaño, sino que muchas empresas (desde Amazon hasta Google) apostaron por unas tabletas más reducidas (entre 7 y 8 pulgadas). Apple ha querido entrar en este nicho de mercado por petición externa y no por convicción interna.
Que Apple encoja es inevitable. A día de hoy es la empresa con mayor capitalización bursátil del planeta. No sólo eso. Lo es históricamente. ¡Y no sólo eso! Tiene más dinero en caja que el gobierno federal de los Estados Unidos. Aún así el declive tardará uno o dos años. La tendencia en alza sólo podría seguir en esa dirección con magia, lo que me lleva al siguiente punto:
El viejo Steve está muerto. Su visión para saber qué compraría la gente sin ni siquiera hacer estudios de mercado era única en el mundo. Su magia para presentar los productos está ya ausente. Aunque Tim Cook y compañía están bien entrenados, les falta el humor, los detalles y el carisma. Steve creía profundamente en una cita de Henry Ford: “Si le preguntase a mis clientes qué quieren, me dirían caballos más rápidos”. Parece que este iPad Mini es la prueba de que Tim Cook se ha puesto a fabricar caballos más rápidos, en vez de crear nuevos vehículos.
Ayer, a mayores, se presentó la nueva generación de los ordenadores Mac. Son mejoras de los ya existentes. Es normal que haya pocos cambios, hablamos de productos con una fidelización y una respuesta favorable por parte de la clientela como nunca ha tenido ninguna empresa. La verdadera piedra en el camino para Apple va a estar el día que tenga que presentar un nuevo producto. Pero un nuevo producto de verdad. No una revisión, o un cambio de tamaño. Como lo fue en su día el iPod, el iPhone o el iPad. Pronto veremos si el nuevo CEO es conservador en cuanto a esto, o se arriesga a meter en su (últimamente inmaculado) currículum algún fracaso. Estamos expectantes por las palabras de Jobs en su biografía: “He encontrado la forma de revolucionar los televisores y la manera de relacionarnos con ellos”. Cook, cocina algo bueno.
Pasar por el aro para sacar pecho
Al final hubo iPad mini. Era lo más esperado de la keynote, y Apple no defraudó en ese aspecto. Tras una sucesión de actualizaciones y mejoras de otras dispositivos, llegó el momento de hablar del tablet más famoso del mundo. Pero primero hubo sorpresas, porque no sólo se habló de “mini”. Primero los mayores, parecían haber pensado los de Cupertino. Y así fue presentada una nueva versión del iPad de 9,7 pulgadas: el iPad 4. Sí, sólo seis meses y la vorágine tecnológica parece haber destronado al “nuevo iPad”. Curioso, cuanto menos, porque hablamos de un sector -el de los tablets cercanos a las 10 pulgadas- que Apple domina sin dificultad. Sin competidores al acecho, la empresa fundada por Steve Jobs ha decidido adelantarse incluso a sí misma, mejorando el dispositivo de forma sutil pero lo suficiente como para hablar de una nueva generación, la cual ha devorado a la anterior (a diferencia del iPad 2, el iPad 3 desaparecerá de las tiendas de Apple).
Cuando todavía flotaban en el ambiente los murmullos sobre el nuevo iPad, tras éste apareció el protagonista de la keynote (con permiso de los nuevos iMac) y de los últimos meses: el iPad mini. Presentado por Tim Cook y desgranado por Phil Schiller, el pequeño pero gran desmarque de los planes de Jobs -que manifestó en muchas ocasiones su rechazo a los tablets de tamaño inferior al del iPad original- apareció en la pantalla y después en la mano de Schiller, demostrando uno de sus mayores puntos fuertes: la usabilidad potenciada por su tamaño.
Apple ha entrado a la guerra de los tablets pequeños, y ésa ha sido su primera derrota. Sin embargo, parece muy clara la intención de sacar pecho y proclamar el lema: “ya que hemos venido, vamos a hacerlo bien”. Rápidamente y tan sólo con algún que otro “palito” a la Nexus de Google, las especificaciones técnicas iban apareciendo en pantalla y acababan conformando una idea de lo que realmente ha hecho Apple: un iPad 2 pequeño y de gama alta que parece orientado a actividades ligeramente diferentes a las de su hermano mayor. Las repetidas imágenes del dispositivo saliendo de bolsillos semejan un intento de remarcar su comodidad, y el mantra constante de “no hemos perdido ni una pizca de calidad en la pantalla” reflejan la consigna recién aceptada de mantenerse como un fabricante de altísima calidad con un producto que no es el mejor de la gama propia ni pretende serlo. Algunas de las especificaciones técnicas destacables podrían ser el nuevo conector Ligtning que tanto le gusta a Apple y el chip A5 -el mismo que el del iPhone 4S-. Un factor diferencial con respecto al de su más inmediato competidor, el Nexus, es la inclusión de una cámara de 5 megapíxeles con posibilidad de ser utilizada para videoconferencias. Además, las aplicaciones del iPad son completamente válidas para su versión mini.
Pero cuando todo iba mejor de lo esperado, con una keynote llena de novedades y con iPad mini que estaba saliendo del paso mejor de lo que se podía prever (la inclusión de algunas cosas que se daban por descartadas, como el 3G y el LTE, estaban sumando puntos decisivos), llegó el momento del bajón: el precio. En Apple siempre suele ser así, y el consumidor está acostumbrado, pero en el caso del iPad mini, hablar de 329 euros para la versión de 16 gigas con wifi parece realmente excesivo. Y más cuando se había especulado que el precio rondaría los 200 dólares (alrededor de 154 euros), lo cual dotaba de bastante sentido la idea de un iPad mini hasta para los más duros defensores de Steve Jobs y sus ideas. Quizá sea una forma de querer diferenciar el producto, de seguir en la torre de marfil aunque se haya bajado un peldaño en la escalera; pero no deja de ser un punto flaco. Aunque, desde luego, es muy probable que las ventas del iPad mini supongan un subidón en el mercado. Al fin y al cabo, siempre hay que tener en cuenta el “fenómeno Apple”, que para algo se lo han ganado reinventado el marketing.
Para la compañía acostumbrada a buscar la excelencia en todos sus productos, está claro que explorar la gama media sin perder la identidad ha sido un desafío digno de mención. El tiempo dirá si la jugada ha salido como esperaban pero, por lo pronto y como toma de contacto, no ha estado nada mal.